Año tras año, al llegar estas fechas el gobierno de Evo Morales no se ha caracterizado precisamente por su espíritu navideño. En vísperas de la Nochebuena del 2006, agentes del Ministerio de Gobierno secuestraron en una calle de Santa Cruz al exiliado cubano Amauris Samartino, a quien estuvieron a punto de deportar a la isla caribeña, donde habría sido víctima de los peores tratos de la dictadura castrista. Este año, el régimen del MAS encarceló pocos días antes de Navidad al alcalde de Cotoca, Wilfredo “Coco” Añez, forzándolo a pasar la fiesta entre rejas. Y es que la Navidad, para la mentalidad de la nueva burocracia gobernante, es parte de la “cultura colonial” a ser desmontada, ligada además a la vilipendiada Iglesia Católica. Hace algunas horas veíamos el brindis del vicepresidente Álvaro García Linera en el Palacio Quemado, acto donde el símbolo cristiano de la cruz brilló por su ausencia, desterrado como ha sido para dar paso a los rituales seudo-indígenas pergeñados por antropólogos de las ONGs. Algún tiempo atrás, el capo “bolivariano” Hugo Chávez declaraba que la Navidad era una importación imperialista, y por lo visto no estamos tan lejos en Bolivia de esas actitudes. ¿Se busca “descolonizar la Navidad”? En este, como en otros campos, habrá una ardua tarea en el pos-evismo para reconciliar a los bolivianos, sanando las heridas de una polarización artificial.