Ensayan la creación de una “religión oficial del Estado Plurinacional” y así no quieran decirlo o reconocerlo abiertamente, la esencia del proyecto masista es nada menos que recuperar prácticas que denominan “ancestrales” pero que en realidad no son más que ficciones surgidas de la afiebrada mente de uno que otro antropólogo muy bien pagado por alguna ONG para “descubrir” que los pobladores originarios tienen virtudes y atributos que les son exclusivos y no los tiene ningún otro grupo humano.
El presidente Evo Morales participa en una de las frecuentes ceremonias aimaras que se realizan en el occidente del país por diversos motivos.
Quieren transmitir esa su visión a la educación y ahora, en un actitud que solo puede ser considerada como discriminatoria, a un viceministro “descolonizador” apoyado por algún mallku de una organización campesina paceña se les ha ocurrido que para ejercer un cargo público debe ser un requisito haber contraído matrimonio según las normas indígena-originarias, ante un mallku (jefe) o un yatiri (brujo, adivino) según el rito aimara.
Es claro que la propuesta, de entrada, significa una abierta vulneración a la libertad de cultos y recuerda una reprochable práctica en algunos colegios católicos, que felizmente esta siendo abandonada de forma paulatina, en los que se pedía a los padres el certificado de matrimonio por la religión católica.
No se trata de una expresión aislada sino que en realidad se acomoda muy bien a los postulados oficiales que pretenden estructurar una “religión oficial del Estado Plurinacional” cuyas características son todavía difusas pero que necesariamente nos traen a la memoria los estudios que efectuaba Heinrich Himmler, el jefe de la SS nazis para escudriñar en la mitología germánica y sobre esa base generar una nueva religión que tuviera al Fuehrer como sumo sacerdote y depositario de la fe y la esperanza del pueblo; y en Bolivia al parecer pretenden emular a los nazis y que Evo sea Dios y el canciller indígena Choquehuanca, su profeta.
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Una reunión de cocaleros pobretones
Algún observador poco advertido podía haber supuesto que la reunión realizada este fin de semana en Lauca Ñ en la región del Chapare correspondía a un grupo de potentados que habían decidido ostentar sus lujosos vehículos.
Pero no era así. La reunión era de un grupo de sacrificados y pobretones cocaleros cuyo producto está dirigido única y exclusivamente al consumo tradicional, un negocio que naturalmente solo les deja migajas. Su pobreza es tan evidente que les duele mucho que un curita les venga decir que hay niños y jóvenes que se dedican a vender droga en el Chapare.
Es que no hay derecho de que alguien les lance semejante estigma cuando todo muestra de que se ganan la vida a duras penas y nada ni nadie podría inducirlos a que se involucren con actividades ilícitas con el fin de obtener unos billetes adicionales.
Además, igual que el avión presidencial de 40 millones de dólares, las vagonetas de lujo de 40 mil dólares como mínimo, son también un instrumento de trabajo y cualquier sospecha sobre su origen, resulta insultante.