Todos dentro del MAS se han convencido de que el verdadero poder lo ejerce Juan Ramón Quintana y que Evo Morales se ha constituido en la expresión de lo que podría denominarse una “monarquía originaria”, es decir, reina pero no gobierna y su presencia es virtualmente simbólica, aparte de ser la argamasa que une a todos los sectores masistas que no son precisamente apacibles y desinteresados.
Pues bien, J.R. Quintana es director de la Agencia para el Desarrollo de las Macroregiones y Zonas Fronterizas (Ademaf), un nombre tan largo como su presupuesto, que en su mayoría es solventado por los recursos venezolanos. Sucede que Quintana salió del Ministerio de la Presidencia, pero se llevó con él la “ayuda” venezolana.
No cabe duda que Quintana sabe hacer las cosas (en su beneficio). Su condición de director de la Ademaf le ha dado la potestad de controlar la explotación maderera y aurífera y algún malintencionado seguramente diría que también el contrabando.
Existen poblaciones en Santa Cruz, Beni y Pando en las que se ha constituido en el poder de facto, cuyas órdenes son acatadas por las autoridades civiles y ni que decir de las militares y policiales, para quienes las instructivas emanadas de las gobernaciones departamentales no tienen ningún efecto, el mandamás es únicamente Quintana.
No contento con eso quiere proyectar su poder hacia las Fuerzas Armadas, una institución a la que utilizó para situarse en lugares de gran expectativa para luego irse dando un portazo. Es autor de la nueva doctrina militar que sellará la sumisión, no acatamiento, de la institución castrense hacia el partido en función de gobierno y hacia la persona de Morales y que ha sido denominada “Patriotas del Estado Plurinacional”; el caso es que el astuto ex ministro, a través de este plan nuevamente se ha metido al bolsillo a Evo, quién considera a J.R imprescindible en la tarea de controlarlo todo.
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Sin embargo, los que conocen a Quintana recuerdan que una de sus frases favoritas era que lo importante es el poder real y que sean otros los que se queden con la ficción o la ilusión del poder. ¿Esta frase no estará dirigida hacia Evo Morales?
La rabieta del Presidente
Comentan que a Evo Morales no le cayó muy bien que su aliada, supuestamente incondicional, la presidenta argentina Cristina Fernandez le haya estado, como se dice, mareando la perdiz y que a sus espaldas se haya comprometido con los Estados Unidos a atemperarlo un poco, según se reveló en Wikileaks.
Evo se habría quejado de que la glamorosa viuda Cristina le haya pagado mal y que mientras le expresaba su total respaldo hubiera estado en componendas con el oscuro imperio. Su disgusto se expresó en su inasistencia (él que no se pierde un solo encuentro internacional) a la Cumbre Iberoamericana que ayer sábado concluyó en Mar del Plata. Nuevamente le echó la culpa de su ausencia a su rodilla pero en los hechos y aunque haya asegurado que su relación con su colega argentina es excelente es claro que no le cayó bien enterarse que Cristina no tiene precisamente una “gran opinión” de su par boliviano. Por otro lado tampoco asistió su mentor Hugo Chávez, razón de más que le llevó, alguna vez, a encomendar su representación en el Vicepresidente.