La ley de “deslinde” jurisdiccional podría dejar desprotegido al propio indígena o a cualquier ciudadano que se aventure a trabajar o residir en áreas rurales.
Uno de los principios básicos del Derecho es la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley. Cuando existen dos normas para juzgar a unos y otros, este principio es vulnerado. Uno de los objetivos básicos en la lucha de los pueblos indígenas era el ser considerados ciudadanos en el ejercicio pleno de sus derechos. Uno de estos hitos y gran avance fue el voto universal.
Sin embargo, la vigencia de una “justicia comunitaria” rompe el principio de la igualdad ante la ley y a la vez relega al indígena a una situación en la que no está sometido al ordenamiento jurídico sino a la voluntad de unos cuantos dirigentes, que como se sabe y ha quedado demostrado en varias ocasiones puede tener expresiones sanguinarias, lo cual puede ser todo menos deseable.
Es previsible que la demagógica ley de “deslinde” jurisdiccional tenga como un efecto inmediato dejar desprotegido al propio indígena o a cualquier ciudadano que se aventure a trabajar o residir en áreas rurales, quienes podrán ser víctimas de todo tipo de abusos por cuanto la llamada “justicia comunitaria” no constituye un cuerpo jurídico estructurado ni está basada en una norma escrita, lo cual conduce de manera inevitable a la arbitrariedad.
Mientras el mundo avanza y se dota de leyes y códigos modernos, humanistas y universales, en Bolivia vamos en sentido inverso y no nos sorprenda que en el futuro las únicas leyes vigentes sean la del Talión, del embudo o del más fuerte.
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Más “politiquero” que policía
El comandante de la Policía, Oscar Nina ha demostrado ser un experto en eso que en el occidente del país llaman el “llunquerio” (servilismo) ante el poder, pero está mostrando escasas dotes en lo específicamente policial.
Los hechos delictivos en el último tiempo se han incrementado en número pero también en magnitud mientras que el general Nina nos quiere marear la perdiz hablando de una “policía del cambio” que por todos los antecedentes no es muy eficiente que digamos.
Los efectos de la politización de la Policía ya son más que evidentes y sus efectivos, en lugar de velar por la seguridad de la ciudadanía se dedican a perseguir y apresar opositores o están de ayudantes y guardaespaldas de ministros, viceministros, senadores, diputados y hasta dirigentes de las “organizaciones sociales” afines al MAS.
Chávez no quiere soltar el mango de la sartén
Que Hugo Chávez no daría fácilmente el brazo a torcer era previsible. En las últimas elecciones su partido perdió el control absoluto del parlamento pero esto no ha sido impedimento para que siga decidido a impulsar contra viento y marea su delirante y antidemocrático proyecto.
Apelando a la mayoría que tiene en el actual parlamento, sencillamente se hizo dotar de poderes especiales con el pretexto de que necesitaba mayor libertad de acción frente a las inundaciones que afectan Venezuela. Sin embargo, la suerte de miles de sus compatriotas le interesa muy poco. En lo que en realidad está empeñado es en reforzar su proyecto personalista y autoritario. Lo que sucede en Venezuela siempre debe ser visto con mucha atención pues es seguro que más temprano que tarde esas experiencias acabarán replicándose en Bolivia.