Una ley para retroceder


La nueva ley educativa ya está dando señales más que suficientes acerca de cual es su verdadera esencia. En suma lo que se pretende es que los ciudadanos solo expliquen su existencia mediante su servicio al Estado al que se otorga un carácter supremo y absoluto. Este criterio es coincidente en los totalitarismos de derecha e izquierda y se difunde esencialmente mediante el sistema educativo. En Cuba grafican este pensamiento con el lema de: todo dentro de la revolución y nada fuera de la revolución.

imageUniversitarios marchan por el centro paceño, en apoyo a trabajadores fabriles y piden autonomía total para la UMSA, fue en mayo de 2010. Foto archivo Afka.

La cosa no se queda dentro de la educación escolar sino que se quiere extender este criterio uniformador a la instrucción universitaria. La autonomía universitaria es una de las más grandes conquistas democráticas y tiene como objetivo que la generación y transmisión de conocimiento no esté supeditado a ninguna concepción que le disminuya su sentido universal.



La autonomía universitaria fue por este hecho una de las primeras víctimas de los gobiernos totalitarios, que no pueden concebir que exista algo que salga de su control. Y por eso mismo se ha colocado en la mira del gobierno de Evo Morales que está preparando una ofensiva contra las superiores casas de estudio de forma que se avengan con la ideología oficial y se hagan funcionales con los objetivos políticos del MAS.

Algún osado en la Vicepresidencia ya se ha adelantado a proponer reformas en la currícula de varias carreras y de esta forma, en Derecho, por ejemplo, existiría una especialidad relacionada con esa capciosa divagación que han llamado “justicia comunitaria”.

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Los médicos tendrían una serie de materias relacionadas con la “medicina tradicional” y no solo eso. Lo que realmente asusta es que este enfoque tendría preferencia respecto de lo que denominan con cierto tufillo despectivo como “medicina occidental”, que no es otra que la científica.

Por su parte, los estudiantes de arquitectura deberán recuperar estilos de vivienda “originarias” y se da como ejemplo la vivienda de los urus.

Se trata por tanto de una regresión en toda regla. Ese pachacutismo fundamentalista poco menos que pretende un retorno a la época del incario en que Evo Morales se erigiría en suprema deidad.

La cosa es figurar

El presidente Morales se ha percatado que sus posibilidades de hacer noticia en un sentido positivo son algo escasas. Su participación en la Cumbre sobre el cambio climático le dejó muy mal sabor ya que el protagonismo le fue muy esquivo. No tuvo entonces más que acudir a propuestas descabelladas como esa de convocar a un referéndum mundial sobre el protocolo de Kyoto. Así de fácil.

Solo faltó que propusiera la organización de un Tribunal Electoral Mundial cuyos miembros serían propuestos por las “organizaciones sociales” y de los cuales la mayoría tendrían que ser “indígenas-originarios”.

A parte de lo farisaico que resulta su discurso a favor de la “madre tierra” sorprende la facilidad con la que Evo extrapola sus criterios y quiere trasladar sus prácticas hacia un mundo que en un principio lo observaba con simpatía y condescendencia, sentimientos que ahora se van amenguando por la desconfianza que les genera sus rimbombantes e inconsistentes “propuestas”.


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