¿Qué cambió en 2010?


Gabriel Chávez Casazola

GABRIEL En esta etapa en que se habla tanto del cambio, no resulta ocioso preguntarse qué cosas cambiaron realmente durante 2010 en Bolivia. Seguramente hay otras además de las que incluyo en este recuento, pero he aquí mi selección personal.

Construcción de los fundamentos legales del nuevo Estado. 2010 fue el año en que se aprobaron varias leyes esenciales -por cierto no exentas de polémica- para el funcionamiento del Estado, en el marco del proyecto de país que tiene el Gobierno. Más allá de la opinión que se tenga sobre ellas, estas leyes ya rigen la vida colectiva de los bolivianos y podrían seguirlo haciendo por un período extenso.



Consolidación de la hegemonía política del MAS. El primer año del segundo período de Gobierno de Evo Morales fue decisivo para la consolidación de la hegemonía política del MAS a escala institucional y territorial. Ya prácticamente no hay reductos del ancien régime en la institucionalidad, puesto que en 2010 pasaron a ser controlados prácticamente del todo por el oficialismo los poderes Legislativo, Judicial y Electoral. Por otra parte, restan muy pocos espacios territoriales de importancia -gobernaciones, municipios- bajo efectivo control de la oposición, claramente debilitada y sin brújula (salvo el caso del MSM).

Politización de la justicia y judicialización de la política. Estrechamente relacionado con el punto anterior se ha producido un proceso de politización del accionar de la justicia, que trae como consecuencia una “judicialización de la política”, que afecta en especial a políticos opositores y a disidentes. Ello contribuye a generar un clima que en cierta medida inhibe al ciudadano de intervenir de manera crítica en temas públicos.

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En otros órdenes se produjeron también algunos cambios significativos, como el cambio de paradigmas en la gestión empresarial. La empresa privada comenzó a aprender a coexistir con un Estado empresario, que además interviene en el mercado, fijando y cambiando las reglas del juego. Además, para adecuarse al nuevo orden de cosas, la gran empresa privada –cuyo lugar en el nuevo modelo económico es aún incierto, lo cual es preocupante- comenzó a privilegiar la responsabilidad social y a asumir un mayor compromiso con la comunidad, lo que puede considerarse un efecto positivo de este proceso.

Burbuja inmobiliaria. En las principales ciudades del país, y especialmente en Santa Cruz y Cochabamba, se desató en 2010 una auténtica fiebre de construcciones de nuevos edificios de departamentos y oficinas, condominios, centros comerciales, supermercados y viviendas. La excesiva liquidez en la economía (alimentada, en buena medida, con remesas y al parecer, lamentablemente, con recursos provenientes del narcotráfico) infló artificialmente los precios de estas construcciones, distorsionando el mercado inmobiliario y creando una incipiente burbuja, que de todas formas continúa creciendo.

Incremento de la inseguridad ciudadana. Otra huella de la presencia del narcotráfico en la sociedad boliviana fue el incremento de cierto tipo de casos de violencia. Durante 2010 dejaron de ser infrecuentes los ajustes de cuentas, asesinatos, reyertas y robos de envergadura a mano armada, secuestros exprés y otros delitos que antes tenían una incidencia mínima; al mismo tiempo que se incrementaron los delitos menores (agresiones domésticas, hurtos, etc.) cometidos por personas comunes bajo los efectos de las drogas.

En correlato, los ciudadanos que podían hacerlo incrementaron las medidas y prácticas de seguridad para protegerse, si bien la mayor parte de la población queda vulnerable ante este fenómeno, que afecta sobre todo a algunas zonas rojas de Santa Cruz, El Alto y Cochabamba.

Adopción de una mentalidad más incluyente en materia cultural y racial. Una de las pocas transformaciones positivas que se generaron el año 2010 en el país en el orden social tiene que ver con un gradual cambio de mentalidad en materia cultural y racial entre las clases medias urbanas y los segmentos más acomodados.

La nueva “Ley contra toda forma de racismo y discriminación”, si bien tuvo y tiene algunas consecuencias discutibles respecto a la labor de los medios de comunicación, contribuyó a generar dicho cambio, en la medida en que permite que las personas que sean objeto de agresiones físicas o verbales por este tipo de causas, puedan recurrir a instancias competentes para hacer valer sus derechos.

Esto ya ha comenzado a suceder en la práctica, traduciéndose en no pocos procesos abiertos por este motivo en todo el país; lo que además ha incidido para que muchos que antes lo hacían muy sueltos de cuerpo, ahora eviten cometer este tipo de actos o de ofensas, comenzando a asumir una visión más acorde con la diversidad de la sociedad boliviana y la dignidad esencial de todo ser humano.

Página Siete – La Paz