La wiphala


Sergio P. Luís

whipala El gobierno del presidente Evo Morales Ayma se empeñó en crear nuevos símbolos para la Nación. En la nueva Constitución Política del Estado –ahora ‘plurinacional’– aprobada en 2008, se reconoció a la ‘wiphala’ (del aimara: «emblema») como uno de los símbolos patrios, junto a la tradicional bandera tricolor rojo, amarillo y verde, el himno nacional, el escudo de armas; la escarapela, la flor de la kantuta y la flor del patujú.

Pero antes de la aprobación constitucional, es decir desde la aparición del Movimiento al Socialismo, los partidarios de Evo Morales enarbolaron esa bandera de siete colores y ajedrezada, con gran entusiasmo en actos políticos y en concentraciones de los sindicatos cocaleros. Ahora, se la iza, junto a la tricolor, en los edificios públicos de La Paz y de otras ciudades del Occidente del país, y en las embajadas y consulados de Bolivia.



Ha aparecido una gran cantidad de escritos que pretenden probar que la wiphala es una creación andina. En el blog Katari.org se afirma que la ‘wiphala’ es el “emblema de la Nación colectivista”, es decir tiene categoría de símbolo ideológico, dando por descontada una extraña unanimidad de pensamiento entre los indígenas y, probablemente entre los mestizos que ya constituyen un considerable porcentaje de la población boliviana. Se incluyen, asimismo, a otros pueblos, como los guaraníes del Oriente que nunca enarbolaron banderas o estandartes.

Sin embargo hay historiadores y entendidos que discrepan sobre su supuesto origen precolombino y aún preincaico. En efecto, se menciona que “ese estandarte… es originario de España” y que su creación “data alrededor del año 1530, cuando fue utilizado por los tercios españoles de Carlos I, vale decir, los regimientos de Infantería del Rey de España, contra Flandes y Holanda”. Se añade que el “estandarte de los tercios españoles recorrió parte de Europa como un emblema de la orgullosa España Católica del siglo XVI, los tercios con Carlos I (a su vez Carlos V, Emperador de occidente), y ocuparon la mayor parte del continente conquistando Alemania, Italia y los Países Bajos”.

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Se muestra, como pruebas, diversos cuadros coloniales en los que el estandarte ajedrezado figura al lado de hombres e imágenes nada vinculados con los aimaras o los quechuas.

Pero la discusión resulta estéril, porque ha quedado claro que los pueblos indígenas ya han dejado de creer que la ‘wiphala’ es distintivo de su raza, de su cultura, de su historia y de sus tradiciones. Ya no es el pendón ostentado con orgullo en desfiles o en marchas interminables de los originarios. Ellos se han percatado que esa ‘wiphala’ pasó de ser un adorno colorido a un distintivo de un partido político, el Movimiento al Socialismo, como en el pasado la ‘v’ movimientista, la ‘antorcha’ falangista o el ‘gallo’ mirista.

Esto resulta de la comprobación de que en las recientes protestas populares por el gasolinazo y por el alza de los precios de los alimentos, precisamente de los sectores que ayer nomás apoyaban fervientemente al gobierno de Evo Morales, no había ni una sola wiphala. Los pobladores de El Alto que bajaron a la llamada “hoyada” paceña para manifestar su desencanto con el MAS, marcharon –y lo siguen haciendo– por las calles de la ciudad para defender su economía sin ‘wiphalas’. En cambio los sindicatos y las asociaciones ostentaron los clásicos estandartes romboides, con el escudo nacional, la bandera tricolor por fondo y un bordado con el nombre de la institución o sindicato al que pertenecen.

Así, a medida que cunde el desencanto y se advierte que el gobierno está cercado por sus errores y torpezas, y especialmente por un pueblo que le demanda decencia y efectividad, se advierte que la famosa ‘wiphala’ se va esfumando. Luego, sólo quedará el recuerdo de un burdo intento de consagrar un signo partidario como símbolo nacional, y eso no es aceptable para nadie.


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