El régimen cocalero sigue batiendo récords mundiales de histrionismo político. Ahora fue el turno del show mediático montado para agasajar a un ministro del Brasil, que llegó con un acuerdo antidroga bajo el brazo. Había que mostrar la efectividad de la “lucha evista contra el narcotráfico” (todo un oxímoron), así que un operativo en el que se encontraron dos kilos de cocaína se convirtió en un mega-operativo de incautación de dos toneladas… El resultado: un nuevo papelón internacional del Estado Bufón, ese innovador aporte masista a las ciencias políticas universales. Porque, como se sabe, la mentira tiene patas cortas. Mientras duró la farsa, el ministro Sacha Llorenti aprovechó para sacarse fotos con su par brasileño, buscando revertir al menos en parte los efectos negativos del affaire Sanabria. Bajo esta superficie circense, lo que hay en el fondo es la voluntad bastante explícita del Brasil de frenar la inundación de cocaína boliviana en las favelas de Rio y Sao Paulo, algo que seguramente habrá sido parte de la conversación interministerial. El acuerdo con Brasil incluye la coordinación de la FELCN con su par del vecino país, que a su vez coordina con la DEA, lo que equivale a decir que la agencia antidroga norteamericana fue expulsada por la puerta y volvió a entrar por la ventana. ¿No sería mejor tener un gobierno que haga las cosas con transparencia e invite a la DEA y a cualquier otra agencia externa a colaborar en la lucha contra el narcotráfico, poniendo las obvias condiciones soberanas?