Alberto Bonadona Cossío
En un desafiante artículo, mi buen amigo y colega Jaime Durán habla de una deuda ficticia del TGN. Lo primero que se me ocurrió pensar fue en el título de esta columna porque, al fin de cuentas, si debes algo lo debes, y punto. Lo cierto es que no es tan simple porque el tema central es que las economías actuales viven mayoritariamente en una economía de papel.
Si me presto en dólares y me cobran en bolivianos después de una sustancial apreciación de la moneda nacional, mi deuda habrá crecido por un ‘efecto papel’. Esto es, se manipuló el boliviano para que aumente su precio o tipo de cambio respecto al dólar en función de una determinación del Ministerio de Economía y el BCB. Pudo ser en sentido contrario y la deuda que me cobrarán en bolivianos hubiera disminuido. No se entendería este ejemplo en los años 70 u 80, simplemente porque en esa época los papeles multicolores de la moneda nacional se depreciaban con ‘paquetazos’.
Se dirá con insistencia que la mejor política hoy es la de apreciar la moneda nacional. Para mí depende de lo que se quiere. Se devalúa para favorecer las exportaciones suponiendo que hay una política dirigida al mercado externo. Hoy no es así y se quiere privilegiar el precio en Bolivia de lo importado haciendo más baratos los productos que vienen de otros países. Algunos economistas incluso dirán que así se logrará expandir el mercado interno y hasta controlar la inflación. No lo creo porque la forma de fortalecer y expandir un mercado interno tan enclenque como el boliviano es, en primer lugar, produciendo más para los grandes mercados y, en segundo lugar, redistribuyendo el ingreso a favor de los más pobres. Paralelamente vendrá el ensanchamiento del mercado interno. Esto no está ocurriendo.
Por ventura, mi amigo Durán parece no mantener esas ilusiones respecto al mercado interno. Lo que dice es que la deuda del TGN con el BCB aumentó por un cambio en papel y de Bs 5.849 millones registrados en 2005 pasó a Bs 7.380 millones en 2010, “simplemente por una modificación en la denominación a Unidades de Fomento a la Vivienda (UFV)”. Durán explica: “El precio de la UFV crece a la par de la inflación. El valor de la UFV se incrementó un 37% entre 2005 y 2010. Por tanto, la expansión… de la deuda es claramente artificial”. Y añade: “Lo interesante es que esta solo existe en los libros del BCB”.
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Y así, un crecimiento de algo más de la cuarta parte de la deuda del TGN es de manejo contable o de origen netamente convencional respecto a cómo se la denomina. Es un manejo de papeles similar al de la bolivianización. Hace algunos años los más connotados economistas nacionales aseguraban que lo mejor para Bolivia era llegar a una caja de convertibilidad igual a la de Argentina. Hoy todos están convencidos de lo bueno de la bolivianización. Esa es la magia o misterio que guarda el papel.
El Deber – Santa Cruz