La única oposición, la única verdad

Marcelo S. Dabdoub

FotoMarceloDabdoub-110x110 La existencia del estado se debe esencialmente, según los contractualistas, a la necesidad del ser humano de liberarse de la anomia del estado natural. El fin del estado es entonces garantizar paz, orden público y justicia. Este solo se puede alcanzar si las libertades y los derechos de los individuos son inalienables e inviolables. La libertad de expresión y una de sus derivaciones, la libertad de prensa, pertenecen en cualquier constitución política (occidental) a estas libertades.

Hace unos días, el presidente Morales dijo en un encuentro internacional (ALBA-TCP): “Quiero decirles sin ningún miedo, el único opositor que tenemos en Bolivia son algunos medios de comunicación; después de 5 años creamos un Ministerio de Comunicación para decir la verdad, con la verdad combatir la mentira, que la verdad se imponga y no la mentira de algunos medios de comunicación”.



En un país donde supuestamente se ha adoptado al sistema democrático, frases de esta naturaleza no deberían tener lugar en el pensamiento político de un primer mandatario.

La persecución deliberada de la oposición y medios de comunicación independientes, la imposición de ideas, conceptos como el de la verdad absoluta y el pensamiento único no solo vulneran a los ideales de la NCPE, también son sin la menor duda, características de un sistema autoritario carente de participación popular; diametralmente opuesto a los ideales demócratas.

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El sistema político democrático es pues un juego de participación, discusión y consenso. La oposición y los medios de comunicación no son obstáculos para éste, son más bien instituciones que lo enriquecen. Gracias a estos es posible, entre otros, la creación de condiciones para un diálogo objetivo entre gobierno y sociedad civil, obtención de información independiente y creación de nuevos debates. Es más, ambas instituciones no solo controlan la gestión gubernamental en beneficio de la sociedad, sino también proveen al gobierno con herramientas para su autocontrol. Consecuentemente, tanto oposición como los medios son actores indispensables dentro de una democracia, son condición necesaria para su existencia.

Además, el presidente Morales debería estar consciente de ciertas falacias:

1. La noción de la verdad es de carácter subjetivo (más aún en su caso), la verdad es el invento de un mentiroso.

2. La intención de eliminar a la oposición es una tarea imposible. Esto fue ya tematizado en escritos como el Federalist Paper Nr.10 de James Madison en 1788/89. Según éste, las causas latentes para el origen de facciones son parte de la naturaleza humana. Aún limitando a la libertad en extremos, es fútil el intento de frenar la creación de estas (oposición).

Si el presidente Morales eliminara a todos los actores políticos y sociales que representen posturas contrarias a la suya solo alcanzaría abrir nuevos espacios para nuevas facciones de oposición, este proceso continuaría ad infinitum. Pero pareciera que el gobierno central de turno está empecinado en contribuir a su autodestrucción cometiendo los mismos errores de antiguos sistemas autoritarios.