Tercera explosión en planta nuclear de Fukushima


Explosion_reactor_central_Fukushima La central de Fukushima parece un boxeador sonado: encajaba y encajaba golpes mientras la grada -en este caso el planeta entero- contemplaba con angustia deseando que no cayera a la lona ni tirara la toalla. Si una explosión en una nuclear es una imagen insólita, Fukushima suma tres en tres días, por eso desde horas antes de la última deflagración la crisis ya había desbordado a Japón, y Tokio había pedido ayuda a la agencia nuclear de EEUU (NRC, en sus siglas en inglés) y a la Agencia Internacional de la Energía Atómica, con la que debatía los detalles de cómo sería esa misión técnica.

Tras la explosión junto al reactor 1, ocurrida el pasado sábado, a las 11.01 de ayer (las 3.01 del lunes hora peninsular española) estalló el hidrógeno junto al reactor número 3 y se llevó de nuevo parte del edificio. Las autoridades insistieron en que en los dos casos había aguantado la contención.

La eléctrica propietaria, Tepco, insistió en que la explosión se debió a la salida de hidrógeno, un gas que, en contacto con el oxígeno del aire, produce una deflagración. Así que la explosión no fue nuclear pero sí reveló que las autoridades estaban dejando salir gases del interior de la planta -con la consiguiente radiactividad- para reducir la excesiva presión.



Los trabajos se centraban en conseguir refrigerar esos dos reactores hasta que el problema saltó en el reactor número 2. Ese reactor puede acabar siendo el más problemático. Su explosión, ocurrida cuando Japón amanecía al martes, ha sido diferente.

El mensaje del Gobierno japonés, repetido una y otra vez, es tan simple como directo: "Fukushima no es Chernóbil". Y resonó por todo el planeta. "Es muy poco probable que se convierta en algo como Chernóbil", declaró a la prensa desde Viena el director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (OIEA), el japonés Yukiya Amano.

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Cada día que pasa el riesgo de que cedan los edificios de la contención de los dos primeros reactores afectados es menor, según coinciden todos los expertos. Aunque sea de forma precaria y a la desesperada con agua de mar, Japón estaba consiguiendo enfriar los núcleos de esos dos reactores. María Teresa Domínguez, presidenta del Foro Nuclear, el lobby de las seis nucleares españolas, afirmó que el problema en el primer reactor estaba casi solucionado. "Cuando paró la central, en el núcleo quedaba un 7% del calor residual del núcleo. Ya solo queda el 0,05%", afirmó en una concurrida rueda de prensa. El uso de agua de mar, que dejará inservibles los reactores, demuestra lo desesperado de la situación.

Domínguez defendió que Fukushima estaba resistiendo a la combinación terremoto-tsunami y defendió que esa era la prueba de la fiabilidad atómica. Ese es el argumento que usa insistentemente el lobby nuclear. Los detractores de esta energía, en cambo, ven en el accidente la prueba de que la seguridad total no existe y de que el excesivo riesgo no compensa su uso.

Temores de Francia

El accidente ha sido inicialmente calificado como nivel 4 en la escala INES (que va de 0 a 7, Chernóbil). Pero ayer, el presidente de la Autoridad Nuclear Francesa, André-Claude Lacoste, dijo a France Presse que el número era demasiado bajo y que ya supera la gravedad del accidente de Three Miles Island, en 1979 en Harrisburg (EE UU) y que fue calificado con un 5. Un nivel correcto sería de 5 o 6, según Lacoste: "Más allá de Three Miles Island, sin llegar a Chernóbil".

Japón comenzó a llevar a los refugios de emergencia 230.000 tabletas de yodo para el caso de un gran escape ?el yodo bloquea la absorción de yodo radiactivo, que afecta al tiroides?. Japón no está ofreciendo mapas precisos sobre las mediciones de radiactividad en el exterior de la central, pero insiste en que no hay mediciones anormales. Aun así, los datos dispersos señalan, lógicamente, radiación más alta de la permitida pero incluso a grandes distancias. El domingo, la central de Oganawa, a 116 kilómetros al noroeste de Fukushima, detectó niveles anormalmente altos procedentes de la nuclear averiada, y militares de EE UU recibieron dosis pese a dirigirse a un portaviones a más de 100 kilómetros de Japón.

La OIEA y la Organización Mundial de la Salud insistieron en que el riesgo para la salud era "bastante bajo". La predicción del viento era lo único que parecía echar una mano en la crisis, según la OIEA, que afirmó: "Desde el accidente, los vientos se han dirigido desde la costa japonesa hacia el Este [el océano] y las predicciones prevén que ese patrón persista durante hoy y los próximos dos días".

El País – Madrid