Desastre deja sin peces una parte del Pilcomayo

Alrededor de 7.000 indígenas y 30.000 pobladores del Chaco están afectados por la crisis que golpea su principal fuente de subsistencia. Autoridades de Villa Montes hablan de un desastre ecológico.

image Desolado. Las redes ‘descansan’ a orillas del río Pilcomayo. Muchos indígenas están en Villa Montes buscando trabajo



El Deber, Roberto Navia. Villa Montes

Más de cien comunidades indígenas weenhayek padecen una de las peores crisis de su historia. Literalmente están ‘matando’ su hambre con maíz hervido porque su principal actividad de subsistencia, la pesca del sábalo, se encuentra en punto muerto porque el lecho del río Pilcomayo está cubierto con sedimento en el lado argentino, en la provincia de Formosa, a 170 km de la línea fronteriza, donde nace un canal de riego al que se atribuye que impide el flujo de los peces hacia aguas bolivianas.

En las riberas del Pilcomayo cercanas a Villa Montes las redes de los indígenas están amontonadas en canoas de madera desde abril pasado, cuando se suponía que la temporada de pesca iba a comenzar puntual como casi todos los años. Pero la espera sigue y la situación ha sido calificada por las autoridades como un desastre ecológico, pues golpea a por lo menos 7.000 weenhayek y a unos 30.000 habitantes del Chaco.

“Es un desastre ecológico porque el sedimento acumulado en una parte del río impide la reproducción de los peces y quita la comida a los indígenas”, lamentó Juan Carlos Ferrari, responsable de recurso pesquero del gobierno autónomo de la región de Villa Montes.

Los efectos son varios. Por una parte, muchos indígenas weenhayek se han desplazado a la ciudad de Villa Montes para buscar trabajo como peones y otros se han quedado cerca del río, no para pescar, sino para recoger piedras y venderlas como material para la construcción. Algunos no han perdido la esperanza, como Lizario Rocha (46), que desde hace una semana lanza su red al río cuatro veces por día y en todos los intentos se ha llevado decepciones.

Martha Sánchez, una mujer indígena que al igual que otras personas ha construido su ‘chapapa’ con palo y hule a la orilla del Pilcomayo, grafica con palabras duras el mal momento: “A falta de pescados estamos comiendo mote como chanchos”, dice, y mira el plato en el que hasta un minuto antes se sirvió el alimento.

En Villa Montes el comercio centrado en la labor piscícola está paralizado. Para imaginar la fuerza que tiene esta actividad hay que remitirse a algunas cifras. Ramiro Antelo, asesor general de la Alcaldía de Villa Montes, dijo que cada año se pesca unas 2.000 toneladas del sábalo. Sin eso, la gente que se dedica a vender el producto y quienes lo transportan al interior del país también están afectados.

Verónica Fernández, que tiene su puesto de comida a un costado del puente ferroviario revela otra crisis. “Cuando alguien pesca un sábalo me lo vende a Bs 30 y yo lo cocino y lo vendo en Bs 60”.

Es decir, un precio disparado porque en época de bonanza un plato de pescado costaba Bs 20.

La semana pasada los weenhayek realizaron un bloqueo de la carretera a Yacuiba para exigir el dragado del río; las labores ya empezaron.

Puede derivar en un desastre ambiental

La cuenca del Pilcomayo nace en Bolivia y se extiende por Argentina y Paraguay hasta su desembocadura en el río Paraguay. El problema actual es que solo pasa agua hacia territorio paraguayo. En Argentina, el diario Clarín consultó a ecologistas que advierten que la situación podría derivar en un desastre ambiental.

El panorama es alarmante, según autoridades argentinas y bolivianas, porque más de un centenar de comunidades del Gran Chaco se verán afectadas por la interrupción del paso de los peces y la sequía.

Fue así que algunas zonas, como Villa Montes (Bolivia), vieron disminuir el afluente de 2.500 a 90 metros cúbicos. Lo más grave es la pérdida del recurso pesquero para las poblaciones de Salta y Bolivia.

La semana pasada, el Gobierno argentino se comprometió a dragar. Juan Carlos Ferrari, funcionario de la Alcaldía de Villa Montes, confirmó ayer que una máquina excavadora empezó la labor en 17 km con sedimento.

“La cantidad de peces se reduce desde hace una década por el deterioro del río y las obras civiles”, dijo Navil Corcuy, titular de la Cámara de Acuicultura del Oriente, pero descartó que se envíe pescado desde Santa Cruz de la Sierra.