“La delincuencia no es un problema, es una oportunidad”


Carly Guzmán Vedia

CARLY Son impresentables las sandeces y me producen vergüenza ajena el abanico de payasadas que se plantearon en ese show denominado “cumbre de seguridad ciudadana” organizado por el incapacitado aparato gubernamental que se realizó el día jueves 16 de junio de este año.

Suponer la idea de un combate entre ciudadanos, creando milicias urbanas al mejor estilo fascista es fondear la decadencia de un acto público, dar por sentado la maldad innata del alma humana es recordar las ideas de aquel lobo que nos presenta Hobbes en su Leviatán, que por cierto es apodíctico para planes relacionados al poder, no así de relacionamientos simples, y lo peor aún, amenazar con sociedades panópticas y policiacas haciendo alarde de una falsa misericordia judicial y ocultando así su incapacidad de administrar justicia.



La mayoría de estas burradas se cometen debido a un aprisionamiento mental que sufren gran parte de nuestros burócratas, ellos obsesionados por un reconocimiento mediático, plantean programas escandalosos, pretendiendo acabar con proyectos represivos, lo que en realidad es una cuestión social. La delincuencia no es una cuestión de mayor o menor policías, la delincuencia es una cuestión de valores que no se han inculcado en las familias, tampoco en las aulas y menos en la práctica cotidiana. Es menester separar la delincuencia del crimen organizado, puesto que delincuentes y criminales tienen diferentes motivaciones. Los primeros; en la mayoría de los casos ante la frustración de una sociedad prostituta a la cual si no se tiene el dinero para pagarle lo suficiente no te muestra las tristes tetas de su decadencia expresado en artículos innecesarios en el mayor de los casos inaccesibles a su capacidad económica, amplificados por los medios de comunicación que nos bombardean de publicidad haciéndonos desear objetos que realmente no necesitamos y que debido a la psicosis social nos vemos obligado a robar o lo que es peor, a acceder a préstamos, hipotecando nuestro futuro para apropiarnos de esas nimiedades. Los segundos, en cambio, son agrupaciones de bandidos que son manejados por otros bandidos que se encuentran en las “cumbres” del poder político y económico, estos obviamente utilizan métodos más sofisticados de trabajo. Ejemplos abundan desde barbachocas al General Sanabria…

Ambos grupos, merecen un tratamiento distinto.

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Desde hace un par de años vengo herniándome con una propuesta para aliviar la delincuencia, y es la creación del observatorio de la convivencia. Como institución coordinadora de los tres niveles de gobierno y como ente rector de las políticas especializadas en temas de convivencia y seguridad, para hacer que el trato contra el delito sea de una manera completa y eficaz.

Este observatorio tendrá la misión de generar análisis y estudios interdisciplinarios sobre los temas de convivencia y seguridad ciudadana, con base en la información cuantitativa (cifras de violencia y delincuencia que no existen) y cualitativa (encuestas de victimización y percepción de seguridad que tampoco existen, no es lo mismo que asalten a tu vecino, a que le planten un tiro en la cabeza al gobernador. La sensación aumenta) lo que le permitirá proponer políticas y líneas de acción para la intervención, a través de proyectos, programas y planes.

La visión es la de consolidarse como la fuente veraz, sostenible y de participación ciudadana que brinde estudios científicos sobre la convivencia y que permita ser punto de referencia para la definición de las políticas públicas y herramienta de los planes de acción en estos temas. En las ciudades que tienen gobernantes serios se tienen un instrumento parecido, así que no es nada mágico y muchos lo saben, ya que profundizar en el conocimiento sobre las manifestaciones de convivencia, de violencia y de delincuencia, les permitirá a las autoridades supuestamente “competentes” definir políticas y tomar decisiones sobre la adopción de nuevas estrategias integrales para el control de estos problemas.

El marco del respeto y la promoción de los derechos humanos debe ser el punto de partida para cualquier política pública de seguridad ciudadana, el principio de inocencia y el respeto a la vida tiene que primar para la implementación de los programas. La legalidad y la legitimidad de las normas en las que se enmarcan las políticas públicas tienen que brindar protección a todas las partes involucradas, tanto victimas como victimadores, siendo que la orientación es la reinserción social. No concibo una ciudad panóptica, menos una ciudad militarizada y policiaca, igualmente es el momento de cambiar los epítetos hacia los policías y colaborar en lo que esté al alcance, ya que la seguridad ciudadana no es responsabilidad exclusiva de las autoridades armadas y de la justicia. Así podríamos evitarnos millonarios gastos (o futuros negociados) en recursos humanos y logística, e invertirlos en capital social, cambiando la paranoia colectiva por la convivencia armónica.

Es necesario saber como antecedente que esta ciudad atraviesa por un estadio de modernización y las ciudades en un tránsito de la sociedad tradicional a la sociedad moderna tienen este tipo de síntomas debido a la migración, y como consecuencia la alta urbanización y la ampliación de la brecha riqueza-pobreza, sino recordemos la Chicago de 1920, con una ola migratoria incontenible y azotada por las mafias y la delincuencia. Tampoco el proceso de modernización se acaba de la noche a la mañana, según Huntington dura como mínimo cincuenta años, así que hay una generación que esta jodida, y creo que es la mía…

Pero lo importante es trabajar en tres aspectos fundamentales:

– La prevención (políticas a largo plazo, no tanto ya que los hijos le enseñan valores a los padres)

– La participación (La recuperación de la fraternidad entre vecinos)

– La contención (programas no solo represivos, sino una modernización y agilización del aparato jurídico que dicta sentencias)

Otro tema a discutir es el de la cárcel. Se escucha muchos mitos y también verdades acerca de la cárcel de Palmasola. Los más imaginativos le han puesto el nombre de la “universidad del delito” y en torno a ella se la ha satanizado creando en el imaginario social, una especie de tierra de nadie. Sin embargo pregunto: ¿Cómo se pretende un centro de rehabilitación sin las condiciones adecuadas? ¿Cómo pretendemos que las llamadas escorias sociales nos miren sin odio cuando vivimos de espaldas hacia una realidad latente? ¿Cómo pretendes que ese niño de la calle no te robe la cartera, si constantemente lo discriminas con tu mirada de odio?

Palmasola en vez de una universidad del delito debería ser un laboratorio académico, todos los alumnos de todas las carreras y de todas las universidades deberían hacer mínimamente una pasantía en el penal. Yo hice mi pasantía en teatro, sip, en teatro y descubrí junto con mi colega que el “arte muere en la libertad”, que un lugar con muros nos vuelve más sensibles para con nuestras emociones. Y no me paso nada, aprendí demasiado. Los estudiantes de odontología tendrían el paraíso, nuestros amigos que estudian derecho se familiarizarían con el paisaje y los periodistas encontraran infinidad de historias y crónicas… la imaginación es el límite.

Jodorowsky dice que los problemas son soluciones mal planteadas, y es que la delincuencia no es un problema, es una oportunidad, es el momento de revalorizar a la familia como núcleo de la sociedad, darle un rol preponderante a la formación en valores en las escuelas públicas, las experiencias han demostrado que el éxito de una política pública en materia de seguridad ciudadana es aquella que parte de la gestión local y la que está enfocada a la prevención y participación de la sociedad en el cuidado de ellos mismos, es menester trabajar en el capital social, este, es incompatible con la violencia, pues lleva a comunidades organizadas a actuar conjuntamente en pos del mejoramiento de condiciones de convivencia y seguridad.

Así pues tengo que confesar que no espero nada de la famosa cumbre…