Las relaciones internacionales y la causa marítima nacional

Vicealmirante Ismael Schabib

SCHABIB Circula en algunos ambientes un buen libro, un clásico en esta materia que lleva como título “Las relaciones internacionales”, cuyo autor es Frederick H. Hartmann, de nacionalidad estadounidense, profesor del Colegio de Guerra Naval de los Estados Unidos de Norte América; texto que se utiliza como bibliografía en universidades de Latinoamérica como la Argentina y México. En el glosario de la obra, como definición de las relaciones entre países se puede leer: “En el sentido más lato, abarcan toda comunicación e intercambio entre estados y todo movimiento de personas, bienes e ideas más allá de las fronteras nacionales…”.

La dinámica del mundo actual está determinada por las relaciones internacionales: quien cultiva buenas relaciones, cosecha buenos beneficios. No hay posibilidad alguna de proyectarse al desarrollo si se desconoce la importancia de la influencia de otros países en las acciones y decisiones internas. El Ministerio de Relaciones Exteriores, debe convertirse en el promotor del ingreso del progreso, tiene importancia vital para el desarrollo de los países. Eso pareciera que los chilenos lo tienen muy claro por eso su servicio exterior goza de buen prestigio. Aunque está sobreentendido, este ministerio debe contar con personas super seleccionadas y aprueba de cualquier desafío de su capacidad profesional, cultural, intelectual, ética y moral, no por lujo sino por necesidad.



La comunicación entre países es tan delicada que la semántica que se usa es muy sutil, incluso en ciertas circunstancias se prefiere que un intermediario sea el que lleve el mensaje de un actor a otro. En este orden de ideas, haber sostenido que “que el gas es un arma” para conseguir la salida al mar, fue una mala idea aunque sea un energético que se puede utilizar como recurso estratégico para la negociación con Chile, por la necesidad que tiene para su desarrollo. Esto fue irritante y torpe.

Pero si gente con un buen grado de cultura y profesionalismo tuvo el desatino de expresarse de esa manera respecto del gas, ¿Qué se puede esperar cuando en la actualidad el Sr. Presidente es una persona muy poco culta, así como el Jefe de nuestra diplomacia? Uno podría asumir que “cualquiera” bien asesorado podría nomás hacer una buena gestión, personalmente creo que no, porque esa persona “cualquiera”, para empezar, no sabría si la asesoran bien o mal y lo que es peor, podría no entender lo que se le recomienda.

En el contexto internacional, a los países se los valora por su estatura político-estratégica, definida por el número de habitantes, dimensión territorial, riquezas naturales, nivel científico-tecnológico, elemento histórico-psicológico-sociológico (carácter nacional), elemento organizativo-administrativo (economía) y FF.AA. La capacidad militar es tan importante, que por ejemplo, en el presente, este factor determina la mayor importancia política que tiene EE.UU con relación a la Comunidad Europea y al Japón en el contexto internacional. La estatura político-estratégica es “el cómo lo ven a los Estados”.

Respecto de la causa marítima, algunos sostienen que en Bolivia no tenemos doctrina nacional, entendida como “el conocimiento general de la población de los Objetivos Nacionales y los lineamientos estratégicos para conseguirlos…”, de haber tenido doctrina Bolivia, podríamos estar claros de lo que queremos alcanzar, en este importante asunto.

Se percibe en la sociedad boliviana una corriente que quisiera Chile nos devuelva todo el territorio usurpado (como objetivo), otros, recuperar la cualidad marítima como un logro satisfactorio que podría ser un corredor con continuidad territorial y/o enclaves en la costa chilena. Pero el cómo lograrlo no es sencillo, unos quisieran a cambio de nada sólo como una reposición moral, otros a cambio de un recurso que no sea territorios y hay quienes se inclinan por el canje territorial, que cada vez las autoridades chilenas lo insinúan como una posibilidad real de negociación. Y aunque usted no lo crea, también existen los que consideran ir a una guerra para reconquistar todo.

Como si lo anterior no fuera ya problemático, el escenario del espacio territorial comprometido en la negociación lo es más, porque Chile no podría dividir en dos su territorio nacional para satisfacer una necesidad nuestra y en el extremo Norte, el territorio colindante con la República del Perú, está sometido a una cláusula del Tratado de 1929, en sentido que Chile no podría ceder territorios que fueron peruanos a una tercera potencia, pero hay un factor más, Bolivia necesita acceder a una costa donde se pueda construir uno o varios puertos, ya que este elemento es el que define la cualidad marítima, una costa sin puertos no se puede utilizar para el transporte y la pesca, porque los barcos no podrían operar. Una costa sin puertos es casi lo mismo que nada.

Como punto de partida para definir lo que queremos lograr de Chile, cabe preguntarse: ¿Qué capacidad de negociación tenemos con relación al vecino en vista de la estatura político-estratégica de ambos Estados? De los siete factores mencionados líneas anteriores nuestra única fortaleza es nuestro mayor territorio continental, este factor, aparte de ofrecer sólo potencial, se puede volver en contra de nosotros en el consenso internacional en vista que lucimos con un territorio de dimensiones importante, que es casi igual al de Francia y España juntos, territorio boliviano donde habita una escasa población, mientras que despierta cierta inquietud a favor del vecino cuando desde las alturas de un avión en vuelo, desde la vertical de Santiago de Chile, se observa a un lado el mar y al otro lado la cordillera de los Andes que le sirve de límite con la Argentina, se aprecia un territorio muy restringido, que luce sólo como una costa y nada más, para una población sustancialmente mayor a la nuestra, que tiene una gran vocación y conciencia marítima.

Ese es el complejo escenario geopolítico y político es donde tienen que actuar nuestros negociadores, que tendrían que ser expertos muy bien calificados.

Se escucharon algunas voces en el gobierno de la Dra. Bachelet en sentido que era oportuno negociar con Bolivia en una época que existía un gobierno con mucha legitimidad y por lo tanto seriedad, estabilidad y capacidad moral para asumir compromisos; particularmente espero que así hubiera sido y no que para Chile era oportuno para sus intereses, negociar con personas que saben muy poco, por lo tanto ser una ventajoso para ellos.

En mi condición de ciudadano boliviano quisiera sugerir, para comenzar, que: a) Negocien por parte de Bolivia los expertos, (que desgraciadamente en gran porcentaje han sido echados por este gobierno, acusados de ser “diplomáticos de Cóctel”), b) Se despierte la confianza entre ambos actores internacionales cuyas sociedades han sido preparadas para confrontar, c) Se les haga entender que ganarían mucho negociando con equidad y buena fe, con una Bolivia satisfecha y por lo tanto amistosa, algo muy importante para la integración regional, porque Bolivia tiene cosas que Chile necesita y, Chile tiene otras que Bolivia necesita, la periferia y el centro se complementan.