Sí a la coca, no a la ONU

COCALERÍSIMO Sobre llovido, mojado. Como si las recientes metidas de pata gubernamentales no fueran suficientes para llevar al país al aislamiento internacional -con la presencia de un connotado terrorista iraní en un acto oficial de Bolivia, la legalización de autos “chutos”, los paseos militares por Chile y la inundación de cocaína hacia el Brasil-, el gobierno de Evo Morales acaba de poner el cherry sobre la torta, al enviar al Parlamento un proyecto para romper la adhesión a la Convención de Viena de Naciones Unidas sobre lucha antinarcóticos.

La excusa, una vez más, es la defensa de la hoja de coca, pero lo absurdo del argumento salta a la vista toda vez que la signatura de la Convención no ha impedido en lo más mínimo que Bolivia conservara un porcentaje de hectáreas legales para cubrir el consumo tradicional del “acullico”.

Todo lo cual apunta a que el verdadero propósito de la ruptura con el mencionado tratado internacional es ampliar la superficie de cultivos de coca, objetivo varias veces reiterado por la administración de Evo Morales.



Las consecuencias del retiro de la Convención de Viena serán claras: Bolivia entrará en una nueva fase de aislamiento global, en la que únicamente le quedarán como sostenes externos los países del “club de las dictaduras”: Irán, Venezuela, Cuba… además de los satélites ecuatoriano y nicaragüense.

Sin duda, se arriesgará la ayuda internacional para la interdicción y erradicación, poniendo en peligro las relaciones tanto con Brasil como con la Unión Europea.

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Evidentemente, la decisión es una consecuencia necesaria de los lazos estructurales que unen al régimen evista con el cultivo de coca-para-cocaína (95% de la producción cocalera del Chapare va a parar al narcotráfico).

Pero sucede que los intereses del gobierno cocalero son diametralmente opuestos a los intereses nacionales…

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