Según datos oficiales del INE y la ATT citados por el columnista Walter Reyesvilla, la estatizada ENTEL sólo habría aportado 230,4 millones de Bs. al erario público en el primer semestre de 2011, mientras que las otras dos telefónicas más relevantes aportaron 309,9 y 288,1 millones de Bs., respectivamente, en el mismo lapso.
Lo más curioso del caso es que ENTEL controla el 54% del mercado de las telecomunicaciones. ¿Cómo se explica que teniendo la porción mayor de la torta se aporte menos que las empresas privadas?
Otro dato: mientras las telefónicas privadas aumentaron sus usuarios en 97.266 y 28.205, ENTEL solamente incorporó 9.744. Eso, sin contar la millonaria deuda de la telefónica estatizada, que el oficialismo intentó condonar por medio de la nueva Ley de Telecomunicaciones, cláusula que finalmente tuvo que ser retirada de la norma.
Son claros indicadores de que la gestión estatal está generando un estancamiento en la empresa citada, clásico corolario de la politización y burocratización que siguen a las “nacionalizaciones”, aquí y en cualquier parte del mundo.
No muy distinto es el caso de las generadoras de electricidad estatizadas por ENDE, que no parecen estar logrando enfrentar con eficiencia los desafíos de la producción de energía, al punto de que ya se anuncia un posible racionamiento para los próximos meses.
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Una pequeña muestra es lo sucedido en la planta de Guaracachi en los primeros días de la estatización, cuando se dañó la turbina del ciclo combinado por una impericia luego de que se designaran nuevos funcionarios por razones políticas.
¿Acabaremos como en Venezuela, donde la inoperancia de la estatal ENELVEN se traduce en frecuentes cortes de energía y Hugo Chávez da instrucciones televisivas sobre cómo ir al baño con una vela o de cómo ducharse en dos minutos?