Carlos Cordero Carrafa
Con gran habilidad política, el partido gobernante nos ha conducido a un nuevo proceso electoral. Con toda certeza, el 16 de octubre los ciudadanos y ciudadanas daremos una muestra más de espíritu democrático y asistiremos masivamente a las urnas, a pesar de todos los intentos de criminalizar el voto y de racializar el proceso electoral.
Un indicador del espíritu democrático ciudadano fueron las largas filas para inscribirse en el Padrón Electoral Biométrico. El responsable de las interminables filas fue la mala planificación del TSE, que no habilitó el doble o triple de mesas registradoras para atender la demanda, así sea para los últimos días de inscripción. Porque el Estado debe estar al servicio del ciudadano y no el ciudadano al servicio del Estado ni atemorizarse por el mal humor de funcionarios electorales o de autoridades vociferando juicios y cárcel para quienes se atrevan a votar de manera diferente a las consignas gubernamentales. Que los bolivianos dejemos algunas o muchas cosas para última hora es también parte de nuestra libertad. Nos inscribimos cuando queremos y votamos como nos dicta la conciencia, y no como nos induce la propaganda gubernamental o de la oposición.
Como suele ocurrir, el poder, cuando es exitoso, se entrega al festejo y se embriaga. Con la embriaguez viene su perdición. Los voceros gubernamentales, no contentos con inducirnos a las elecciones —como corderos al matadero, según la opinión del ex presidente Mesa— introducen dos ideas ignominiosas en la teoría y funcionamiento de la democracia: criminalizar el voto y racializar al electorado.
Estos inventos del Estado Plurinacional, criminalizar derechos, consisten en amenazar con tres años de cárcel a quien haga campaña por el NO, voto nulo y blanco. A pesar de que semejante idiotez ha sido condenada por algunos sensatos gobernantes, no falta quien insiste en aquel despropósito.
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La introducción de criterios raciales es la última perla de una elección cada vez más politizada. Resulta que el Alcalde Sin Miedo, cuando era aliado del MAS, debía ser clonado por su eficiencia en la administración del municipio de La Paz, ahora es un enemigo de los candidatos indígenas y de los pueblos indígena originario campesinos. ¡Por promover el rechazo al proceso electoral!
No sólo se criminaliza el derecho ciudadano a hacer campaña por el voto nulo o blanco, sino que quienes reivindican la libertad y el derecho de hacer campaña por el NO son acusados de racismo. Con esta inédita acusación, el MAS le agrega un nuevo componente a la malograda elección de magistrados, despierta el odio racista entre sectores rurales y urbanos, entre los simpatizantes del partido gubernamental y de partidos políticos en general.
La elección de octubre no sólo se ha politizado al extremo, sino que se está convirtiendo en una batalla racial.
La Prensa – La Paz