La agencia antidroga norteamericana parece ser un fantasma que atormenta al presidente Evo Morales, a juzgar por la frecuencia con que le dedica sus dardos verbales.
Así sucedió por enésima vez durante el discurso presidencial del 6 de agosto, cuando el mandatario afirmó que “la DEA no luchaba contra el narcotráfico, controlaba el narcotráfico con fines políticos”, asegurando que la agencia antidroga implica en actividades ilícitas a los líderes que le resultan molestos.
¿Se abre el paraguas una vez más ante eventuales declaraciones del confeso narco-general Sanabria, que puedan afectar a altos funcionarios de gobierno?
La escabrosa relación del gobernante populista con la DEA data de muchos años atrás, habiéndose conocido durante la expulsión de la misma, ordenada por el presidente, que uno de los motivos para tanta animadversión fue el pedido de información sobre las cuentas del entonces diputado Evo Morales, planteado por el organismo estadounidense a la Unidad de Investigación Financiera (UIF) en el 2003.
En otro tramo del mensaje por el aniversario patrio, el líder cocalero dijo que su presidencia al frente de los sindicatos del Chapare es “meramente simbólica” y, atención, que “no piensa atrincherarse en su región para hacer una resistencia”.
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¿Evo comienza a manejar escenarios pos-presidenciales?
Una segunda frase del discurso abona la misma tesis: al referirse al desgaste a “la imagen del indio” que se estaría buscando con el debate sobre el narcotráfico, Morales agregó que “Por mí me fuera en este momento”.
Entrelíneas sobre el TIPNIS
Otro fantasma que parece haber sobrevolado las alocuciones, tanto del presidente como de Álvaro García Linera, es el conflicto por la carretera que diseccionará el Territorio Indígena del Parque Isiboro Sécure (TIPNIS).
Aunque no fue mencionado directamente, el tema se tradujo en admoniciones sibilinas de Morales contra dirigentes sindicales e indígenas rebeldes (“no sean instrumento de los neoliberales”, “no entiendo cómo algunos hermanos indígena-originarios olvidan la herencia anticolonial”, etc.).
Por parte del vicepresidente, se ensayó una alusión indirecta al asunto al comentar las pérdidas territoriales de Bolivia, incluyendo a la “desconexión vial” entre los factores que las ocasionaron.
Para la anécdota: García Linera, formado en el exterior y reproductor local de corrientes ideológicas europeas, se despachó en contra de las “élites educadas en el extranjero”.
El “último Estado de Sitio”
Llamó la atención la particular versión de la historia reciente de Bolivia manejada por Evo Morales. En parte de su discurso, aseveró que el Estado de Sitio declarado durante la “guerra del agua” fue el último, soslayando el que él mismo impuso en Pando en el 2008.
También atribuyó la elección directa de autoridades departamentales a la “lucha de los movimientos sociales por la profundización de la democracia”, cuando es sabido que fue producto de la movilización autonomista cruceña.
Si bien no existieron referencias explícitas a una posible revisión del precio interno de los combustibles, Morales dejó entrever las dificultades fiscales que atraviesa su administración: “Quiero decir al pueblo boliviano que pague sus impuestos”…