La victoria stronguista anoche en Miraflores (2-1) fue insuficiente porque en el global (2-3) Olimpia sacó una doble tajada: un tanto más ese de los 12 minutos del segundo período—, que de paso estampó la obligación —inalcanzable como quedó comprobado para The Strongest de tener que hacer dos más para pasar, toda una hazaña que no se dio en el Hernando Siles. Si de merecimientos se trata —porque en el fútbol también eso cuenta a veces, o muchas veces, pasó el mejor sin desmerecer el esfuerzo stronguista y más allá de las evidentes limitaciones del conjunto de Achumani. Poniendo en la balanza todas las opciones creadas por ambos en los 90 minutos, es fácil darse cuenta de que Olimpia erró muchas más que The Strongest. Menos mal, porque el 2-1 final permite disimular la que hubiera sido de haber concretado la visita una parte de sus ‘casi-goles’ una eliminación gualdinegra penosa y no honrosa como finalmente se dio.
Resultó puro cuento el que metió Mauricio Soria en los días previos, amenazador en sentido de que su equipo haría que la altura tuviera un papel preponderante. Si la sintieron algunos visitantes, fue por esfuerzo propio, porque Caballero, por ejemplo, corrió tanto que terminó agotado, igual que Zeballos, y entre los dos y Contreras después— hicieron ‘dibujo libre’ cada vez que se internaron en el territorio stronguista, especialmente en el primer tiempo, un palo incluido y algunas salvadas de Vaca. The Strongest no pudo hacer sentir al rival esa ventaja natural y le costó más tener chances, aunque dispuso de algunas y también las desperdició. Como que el gol de Chumacero (30’) fue producto de un rebote en el joven mediocampista, tras un rechazo del defensor paraguayo Cáceres.
Inmediatamente el Tigre tuvo un par más de acciones, que de haberlas concretado quizás la historia habría sido otra. El buen gol de Escobar (4’ST) al comenzar la segunda mitad, tras un pase magnífico de Regis, hizo soñar a los atigrados, que a esas alturas ya estaban forzando por lo menos a los penales. Vino, sin embargo, el tanto de Romero a los 12’ y ahí acabó todo para el conjunto boliviano, porque pedirle que hiciera dos goles más era demasiado de la manera cómo salió —desesperado— a buscarlos. Se acabó y no es para rasgarse las vestiduras. El rival fue mejor.
Fuente: Unitel.
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