Los líderes para la democracia


Demetrio Reynolds

gobernaduli Cuando hay hambre aguda y crónica, el anuncio de pan genera gran expectativa. Lo que es lo mismo, que en la indigencia de liderazgo el anuncio de que en alguna parte se reúnen líderes no pudo menos que concitar un gran interés. (Morales es caudillo solitario; en la oposición no hay nadie).

El salón de actos del hotel Cochabamba, donde se realizó recientemente la II Conferencia Nacional de Líderes para la Democracia, estaba colmado de participantes. Había diputados, senadores, dirigentes de organizaciones y otras personalidades invitadas. “¡Caramba! –dije para mí–, por lo visto no sólo que tenemos, sino que nos podría sobrar si todos fueran de verdad líderes”.



“Líder no es todo el que quiere serlo, sino el que puede, y lo será en algún momento aun en contra de su voluntad. Algunos rasgos lo revelan: acertivo en sus opiniones, palabra serena y reflexiva, simplicidad y precisión en el estilo, bien informado sobre el asunto del que habla, contribuye a mantener el enfoque sobre el tema específico…”.

La reunión -a sólo dos meses del otro octubre de elecciones oscuras- debió ser para algo urgente como la unidad, por ejemplo. Pero la ausencia de los principales jefes políticos fue la primera decepción. Nuevamente la oposición se fragmenta. No quieren dejar de ser los conspicuos aliados de Morales. Hay tres propuestas para marcar el voto: “no”, “rechazo”, “nulo”, en lugar de utilizar una sola palabra, la más simple. Aun tratándose de algo elemental, ya asoma la discrepancia.

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¿Qué objeto tenía la conferencia? Un programa escueto consignaba tres momentos: disertaciones, intervenciones y conclusiones. Los disertantes esbozaron el cuadro diagnóstico del bodrio electoral; después varios oradores se dispararon por su cuenta; fue una “perdigonada” retórica. Entre los jóvenes ningún líder en potencia se anunció. Las conclusiones fueron igual de ambiguas, como apuntadas al vacío: la creación de una “red” política de la oposición y el reclamo por un escrutinio transparente de los votos. Y eso fue todo.

Octubre está a la vuelta de la esquina. Y el gigantesco aparato mediático del Gobierno ya funciona a toda máquina. Aquí se va librando la batalla decisiva, a mi juicio. Verdades y mentiras se entrecruzan cotidianamente. Hay confusión. Se protesta, se denuncia la falsedad, pero no hay un plan para contrarrestar la versión oficialista y difundir la verdad. Ante la avalancha “orgánica” por los medios, apenas suena la palabra de la oposición: dispersa, esporádica, improvisada. El voto duro de la población rural bajo consigna no tiene el contrapeso del voto de la población urbana informada. Pero los “líderes” ni tocaron el tema. Varios subestimaron al rival dando por hecho el triunfo de la oposición en octubre.

Un tiempo atrás, un analista opinaba que el líder de la oposición civil urbana todavía está en colegio. Si fuera cierto, la espera abarcaría cuando menos una generación para equilibrar la democracia. Y en ese lapso, ¿los cocaleros seguirán al mando exclusivo del Estado?

Página Siete – La Paz