Aunque escrita 70 años atrás, la novela alegórica de George Orwell, Rebelión en la granja, parece describir fielmente la realidad en la Bolivia de Evo Morales.
El libro narra la revolución de los animales en una granja británica, que echan al granjero. A continuación, los cerdos toman el poder y comienzan a dictar normas revolucionarias: nadie puede vivir en la casa del granjero -símbolo de dominación y desigualdad-, nadie puede caminar en dos patas, todos los animales son iguales…
Las ovejas repiten la consigna: “Dos patas no, cuatro patas sí”, mientras los perros imponen el nuevo orden.
Aunque trabaja más que antes y recibe menos recompensas, el viejo caballo considera que lo que está pasando es justo.
El único que duda es Benjamín, el burro, que advierte preocupado las contradicciones entre lo que dicen y hacen los cerdos.
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Poco a poco, se ve cómo aquellos que discrepan con algo son acusados de traidores y de estar de parte del granjero. Igualmente, los animales que dejan la granja son acusados de traición a la causa.
En el final, el viejo caballo muere por esforzarse más que nunca y recibir menos alimento. Benjamín, el burro, se asoma por la ventana de la casa del granjero y ve que los cerdos se están dando una gran fiesta, caminando en dos patas. Y lo peor: descubre que mantienen relaciones amistosas y comerciales con los vecinos humanos.
Entonces, el burro le aclara a los demás que, por lo visto, “todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”.
Asomados a la ventana del gobierno de Evo Morales, ¿cómo no ver las similitudes con esta historia al contemplar a una nueva élite de talante autoritario, que reprime bloqueos y descalifica marchas indígenas mientras hace jugosos tratos con empresas trasnacionales?