Somos diferentes y no hay por qué negarlo


Ismael Schabib Montero*

Vicealmirante Ismael Schabib “Puede decirse que una porción de la humanidad constituye una nacionalidad, si sus miembros están unidos entre sí por simpatías comunes… que los mueve a cooperar entre sí mas gustosamente que con otras personas… desear someterse a un mismo gobierno…”.

Cuando hizo estas, consideraciones, John Stuart Mill no dijo nada sobre etnias y otras cosas parecidas porque seguramente era de esas personas que sostienen que sobre la faz de la tierra existe una sola raza, la raza humana.



Estamos asistiendo a una controversia sobre la construcción de una carretera interdepartamental, controversia que no debiera ser entre personas consideradas indígenas de las tierras bajas u Oriente boliviano y el Gobierno liderado supuestamente por un indígena del Occidente o de las tierras altas, controversia que se genera porque según los primeros el gobierno está violando el Artículo 304 de la Constitución Política del Estado en sus puntos 3, 4, 6, 15, 20, 22 y 23, además de otras consideraciones, el gobierno argumenta que el proyecto en un asunto de necesidad nacional, que le daría facilidades y ventajas a los habitantes de la zona que reclaman.

Los indígenas orientales piden que el Sr. Presidente se digne hablar con ellos, sin intermediarios, entre indígenas, como lo hacía antes cuando era candidato, ya que tienen la mala experiencia de firmar acuerdos con los ministros que después no se cumplen y para ello sería necesario que sea en algún punto del recorrido de la marcha Trinidad-La Paz, hasta ahora el Sr. Presidente parece resistirse a ese pedido, pero no sólo eso, algunas autoridades han optado por insultarlos, denigrarlos y desprestigiarlos acusándolos de todo, con medias verdades como es su forma de actuar con la oposición, después los atemorizará, luego los perseguirá… y los encarcelará El gobierno parece haber olvidado su slogan de “gobernar obedeciendo al pueblo”.

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Entre las cosas que la prensa recoge de las declaraciones y discursos que dice el primer mandatario está el argumento de que son grupos minúsculos los que reclaman y que en su totalidad no representan más que el 3% de la población boliviana, es decir 300 mil habitantes, esparcidos en los departamentos de Beni, Pando, Santa Cruz, parte de La Paz, Cochabamba y Tarija. Si uno tuviera que analizar la problemática de las tierras bajas de Bolivia habría que decir que esta región es la más extensa del territorio nacional, por lo menos representa el 60% y habitado solo por el 30%, es decir 3 millones (En el caso de Beni, Pando y Santa Cruz solamente) y es aquí donde la verdad empieza a salir sola, oculta por un manto de mentiras que ha esparcido este gobierno, porque la mentira no resiste ninguna prueba. El gobierno centralista ha reconocido más de treinta naciones indígenas en las tierras bajas, que juntas conforman esos 300 mil habitantes, con el propósito de crear diferentes niveles en las Autonomías departamentales, para entrabarlas, desvirtuarlas, quitarle autoridad a los gobernadores y hacer que en los hechos el centralismo perdure de forma disimulada, en el entendido que en los territorios indígenas el centralismo seguiría mandando, el gobierno se equivoco porque en el caso del TIPNIS los indígenas le salieron “contestones”. Es una paradoja, cuando el gobierno que se ha erigido demagógicamente en el defensor de la “pachamama”, resulta un aliado de los destructores del medio ambiente, le interesa satisfacer a su base de sustentación, a los cocaleros, incluso ya se escuchan voces que aseguran que parcelar el TIPNIS fue una promesa electoral para favorecerlos.

Un desvío del trazo de la carretera podría costar sólo unos pocos millones de dólares más que se conseguirían de los 100 millones que según la oposición, son un sobreprecio descarado y según el gobierno, es un monto previsto para contingencias, entonces los recursos están ahí.

El Poder Ejecutivo parece no haberse enterado que el indígena oriental no ha vivido en grandes congregaciones, si han existido dispersos en extensas regiones ha sido porque esa es la naturaleza de su ser, necesitaban y necesitan estos espacios para cazar y pescar, para sobrevivir en relativos pequeños clanes, a diferencia de las etnias o naciones que se dedicaban y se dedican a la agricultura, como en el Occidente, actividades que son sedentarias y proclives a las grandes congregaciones. Eso es algo que algunas personas no lo comprenden o no quieren entender, por eso al indígena oriental lo estigmatizan como flojo y parasitario. En el caso del TIPNIS esa es la lógica para conservarlo, que relativamente pocos indígenas controlen y vivan en esa extensa región, de la caza y la pesca artesanal, hecho que de por sí es coherente con la preservación del medio ambiente. Sembrar coca además tiene el agravante de la malignidad del narcotráfico, que utiliza químicos venenosos para fabricar cocaína.

Las tierras altas de Bolivia son totalmente diferentes de las tierras bajas y como son el hábitat de seres humanos ellas los condicionan en gran medida, especialmente en el aspecto cultural. El Occidente y el Oriente son dos caras de la misma moneda, entender esta realidad debiera ser una condición básica para que sigamos construyendo Bolivia, asumir esta situación debiera llevarnos a respetarnos, conocernos mejor, demostrar buena fe, simpatía y fraternidad en nuestras relaciones para crear un clima de confianza mutua, para construir un destino común con unidad, unidad que este gobierno está haciendo añicos, mezclando la política con la raza y la religión en un país con un territorio diverso, que de por sí nos hace diferentes. Esta es la aplicación de una estrategia perfecta para destruir una nación.

*Vicealmirante de la República de Bolivia