El gobierno parece derrumbarse como un castillo de naipes, mientras sus integrantes corean de modo unánime la canción “Yo no fui”.
Tras una cascada de renuncias de ministros y viceministros, el presidente Evo Morales tuvo que echar mano de manera apresurada a “los mismos de siempre” para rellenar las acefalías.
Es así que esta noche posesionó en Defensa a Rubén Saavedra, a quien pocos meses atrás había sacado de la misma cartera para ponerlo a cargo de la Dirección de Reivindicación Marítima, y al hasta hoy viceministro de coordinación gubernamental, Wilfredo Chávez, como nuevo titular de Gobierno.
Poderoso síntoma del aislamiento de un régimen que gira en torno a su propio eje, sin poder incorporar nuevos elementos a la administración.
Los mismos burócratas se rotan en los cargos, mientras las bases abandonan el proyecto político. Pero mientras obreros, cooperativistas, maestros, mineros, indígenas, transportistas, gremialistas, juntas vecinales, universitarios e intelectuales se van, Evo sigue hablando -lo hizo en el discurso de posesión- de los sectores sociales que apoyan a su gobierno.
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Como Hitler, contando divisiones inexistentes sobre el mapa del bunker, en los últimos días de la guerra…
“Primavera Boliviana”
El gobierno cocalero de Evo Morales ha conseguido un milagro: unir a los bolivianos… en su contra.
Después de buscar la polarización durante años, mediante la confrontación entre occidente y oriente, cambas y collas, indígenas y kharas, campo y ciudad, finalmente la estrategia divisionista se agotó y hoy es la ciudadanía toda, sin distinciones ideológicas, étnicas o geográficas, la que sale a protestar a las calles en medio de una ola de indignación nacional.
Es la “Primavera Boliviana”, que a la manera de la “Primavera Árabe” vuelca al pueblo a los espacios públicos en busca de democracia real. Es allí donde reside ahora el verdadero proceso de cambio…
Renuncia tardía
El renunciante ministro de gobierno, Sacha Llorenti, surgido de un -supuesto- activismo por los derechos humanos, ahora pasará a la historia como un represor culpable de atropellos a la dignidad de la persona humana.
Aunque intentó desviar la cólera popular hacia la fiscalía primero, a la policía después y finalmente hacia el viceministro Farfán, no logró convencer a los bolivianos de que no fue el principal brazo operador en la masacre de Yucumo.
Hoy el ex ministro ha partido hacia esa provincia de la nada política que el propio vicepresidente García Linera denominó “el basurero de la historia”.
Tal vez su momento de renunciar debió haber sido tras la matanza de Caranavi, pero prefirió aferrarse al poder. O quizás luego de la detención por narcotráfico de su inmediato subordinado, el general René Sanabria. Pero eligió la acumulación máxima de infamia para proceder a la retirada…
Crisis de gobernabilidad
La momentánea acefalía en los Ministerios de Gobierno y Defensa fue apenas la primera muestra del vacío de poder en ciernes. Otro de los ingredientes de la emergente crisis de gobernabilidad será la renuencia de las fuerzas militares y policiales a actuar, a menos que tengan órdenes por escrito de la Presidencia del Estado.
Cuando las crisis de gobernabilidad terminales conducen al vacío de poder, los países deben pensar en soluciones políticas de fondo. El analista Humberto Vacaflor acaba de plantear la necesidad de elecciones anticipadas. Puede ser una idea sensata…