Brasil y el reto de llegar a otra final en el Maracaná

El anuncio de que la final del Mundial de fútbol 2014 se jugará en el mítico estadio de Maracaná, en Río de Janeiro, supone para Brasil el reto de dar vuelta definitivamente la página de la mayor tragedia deportiva de su historia: la derrota que sufrió en ese mismo escenario en la final de 1950.

La decisión de que el último partido del Mundial 2014 se juegue en Maracaná fue comunicada este jueves en Zurich por la FIFA, que también indicó que la apertura del evento será en el estadio de Itaquerao, en San Pablo.

En un país como Brasil, que ya ganó la Copa del Mundo cinco veces y aspira a hacerlo cada vez que la juega, 2014 representa la segunda oportunidad de la historia para obtener el título y festejar en su propia casa.



Esa aspiración quedó trunca en 1950, cuando el seleccionado verdeamarelo perdió 2 a 1 ante Uruguay en Maracaná, un episodio traumatizante para los brasileños durante años.

Ahora, muchos observan la trascendencia que tendría para Brasil alcanzar finalmente la gloria en su mayor templo de fútbol.

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«Maracaná está pasando por una enorme reforma, pero todavía es Maracaná, y como símbolo para la selección brasileña ganar ahí después de 1950 tendría una importancia crucial», dijo Marcos Guterman, autor del libro «El fútbol explica el Brasil», en diálogo con BBC Mundo.

«El mayor silencio»

Guterman, como muchos otros brasileños, consideran que su selección logró redimirse del fracaso de 1950 con los triunfos futbolísticos que logró después, pero la memoria de esa derrota sigue vigente de algún modo en el país.

De hecho, diversos medios de información brasileños evocaron aquella final perdida al informar este jueves sobre la confirmación de que Maracaná albergará el partido definitivo del próximo Mundial, el 13 de julio de 2014 a las 16 horas locales.

El diario O Globo consignó en su sitio en internet que Brasil, ya clasificado para disputar el evento por ser el país anfitrión, sólo jugará en Maracaná si alcanza la instancia final del torneo.

Al comentar esa noticia, un lector del periódico señaló que en 1950 ese estadio vivió «el mayor silencio del mundo» con 200 mil hinchas presentes. «Dios quiera que Brasil sea hexacampeón del mundo y en el Maracaná; sólo así el trauma será olvidado», escribió.

También hubo varias críticas de lectores al cuestionado presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Ricardo Teixeira, y al hecho de que Maracaná esté paralizado durante tres años para reformarlo para el Mundial.

Teixeira aseguró a TV Globo desde Zurich que tiene la «certeza absoluta de que Brasil va a llegar» a la final en Maracaná.

Fútbol y símbolos

Luiz Carlos Ribeiro, un profesor y especialista en historia del fútbol de la Universidad Federal de Paraná, dijo que «después de 1950 nunca hubo un Mundial jugado en Brasil, entonces el peso histórico, el recuerdo es muy fuerte».

Aquella competencia fue vista en Brasil como una oportunidad de afirmación de la identidad nacional en el escenario mundial, explicó Ribeiro a BBC Mundo.

«Había ese imaginario de que perder la Copa fue un síntoma de incompetencia de nuestro país como nación, al contrario de 1958 y 1962, cuando ganar fue una forma de afirmar nuestra identidad», sostuvo.

Guterman dijo que en 1950 «la construcción de Maracaná y la posibilidad de organizar una Copa del Mundo tradujo esa pretensión brasileña de ser uno de los grandes países del mundo».

A su juicio, «hoy esa sensación se repite hasta de manera más acentuada» a la luz del creciente peso de los países emergentes en el escenario internacional.

«Si Brasil llega a la final y la disputa en Maracaná contra cualquier adversario, será la reedición, en una proporción muy ampliada, de lo que fue 1950», sostuvo.

«Ahora», agregó, «si Brasil perdiera la final de nuevo en el mismo Maracaná, tengo la impresión de que la tragedia también será proporcionalmente mucho mayor, porque el desgaste de realizar esta Copa está siendo mayor que en 1950».

Fuente: bbc

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