La mentira como muletilla política


Mauricio Aira

mauricio_aira2.JPG Recientes sucesos como la violencia contra los indígenas del Tipnis, ejercitada por el destacamento policial desplegado a Yucumo, están siendo objeto de un severo tratamiento por los medios nacionales. Nos vamos a referir a tres de ellos por las connotaciones en relación a la prosecución de la marcha hacia La Paz y la convocatoria de una contramarcha ordenada, financiada y ejecutada por cocaleros y colonizadores que están mostrando su agresión indisimulada contra los indígenas opuestos al trazo de la carretera que dividiría en dos la reserva del Isiboro Sécure.

Recuerda Los Tiempos lo sucedido en Caranavi meses atrás cuando colonizadores enfrentaron a vecinos ante la mirada culpable de las autoridades locales con el saldo de dos muertos y decenas de heridos, tras lo cual sucedió una cadena de desinformación y confusión que impidió al Defensor del Pueblo establecer con precisión la comisión de los delitos quedando sin sanción hasta la fecha. La decisión de la convocatoria asumida por Evo Morales fijando el martes 12 de octubre para expresar apoyo “al proceso de cambio” ha causado justa alarma en la ciudadanía, más aún cuando colonizadores y cocaleros adelantan amenazantes expresiones, que están lejos de ser simples bravuconadas, porque se tienen por capaces de transformarlas en hechos sangrientos.



“No se apaga, se encandece”, apunta Mario Rueda por lo general acertado en sus diagnósticos de la realidad, se aviva el fuego.

Comparte el temor de un nuevo choque entre ambas posiciones produciendo un cortocircuito político y social. Califica de nuevo ardid, una simple movida la invitación a tres de los originarios convocados a la Asamblea para redactar una Ley Corta que prohíba la construcción de la carretera por en medio del Tipnis. Quieren ganar tiempo los oficialistas, concluye.

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Tuffi Aré de El Deber se pregunta si la marcha llegará a La Paz y marca que la misma en lugar de debilitarse tras la represión policial se fortaleció ganando apoyo nacional, así como repudió a la violenta intervención. Ratificaron sus dirigentes la meta de llegar a La Paz recibiendo adhesiones a lo largo del camino sin dejar de existir el acoso de ciertos colonos ahora que ascienden a la helada Cumbre y descender luego hasta el Palacio Quemado, cierto en un momento crucial para el Gobierno por aquello de las elecciones judiciales.

No obstante la negativa del Tribunal Supremo Electoral al rumor de suspensión de las elecciones, la incertidumbre navega en un mar de incógnitas sobre el inédito acto electoral, dejando en manos del Presidente la solución a la inquietante crisis. El tiempo se le termina y “ojalá que la ansiedad no produzca errores graves, ante lo que se impone una resolución razonable y pronta”.

Ante el cuadro dibujado por tres diferentes autores, llama la atención el reticente uso de la mentira como una muletilla por los altos mandatarios para confundir a la opinión pública, para desinformar, para herir susceptibilidades de instituciones como la Policía, los indígenas, los medios de comunicación, la infaltable referencia a Usaid, la Embajada estadounidense, la DEA y los organismos internacionales como la ONU y la OEA a los que convoca, sin embargo, para elaborar un informe que corrobore el embuste oficial, como ya ha sucedido antes.

Esta recurrencia a mentir consuetudinaria y planificada para provocar el caos social, hace funcionar la actividad cerebral del Presidente, lo que presupone un mayor esfuerzo creativo de su parte, porque se da una seguidilla, una especie de mentiras en serie, una tras otra. Un científico afirma que “la materia blanca del cerebro capacita para el pensamiento rápido mientras que la gris la enturbia”. El cerebro siempre está listo para decir la verdad, mientras que para mentir tiene que organizarse, “nuestra materia gris tiene que hacer un trabajo extra para engañar, burlando a la zona del cerebro que vigila los errores” y si le sirve de consuelo, el mismo estudio asegura que “para mentir hace falta inteligencia, así el mentiroso no sólo es un expositor de hechos, sino un creador” (Kant. S/la verdad y la mentira).