Los guías arriesgan su integridad al dirigir la marcha indígena


Con gritos o postrándose frente a los motorizados, los dos guías de la marcha indígena son los encargados de pedir a los transportistas que se detengan en la carretera para dar paso a la movilización.

image Los guías y responsables de la dirección y el ritmo de la caminata en su ruta hacia La Paz/ Foto Rodolfo Huallpa

    Por RODOLFO HUALLPA (Enviado especial de la ANF)



    Carrasco (La Paz), 7 Oct. (ANF).- Aide Ortiz, presidenta de la marcha, con una bandera tricolor en mano y su mochila colgada en la espalda, y Hernán Suárez afrontan la ardua labor de conducir la marcha de los indígenas defensores del TIPNIS como guías y responsables de la dirección y el ritmo de la caminata en su ruta hacia La Paz.

    “Hay que gritar y ponerse al frente de los problemas”, explica Ortiz, quien sin embargo no considera difícil su labor, sino más bien necesaria, pues se requiere de personas de carácter fuerte y aguerrido para estar al frente de la movilización.

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    Constantemente, al menos en la carretera Palos Blancos–Caranavi, una seguidilla de vehículos avanza por el costado izquierdo de la marcha, y pese a que el camino de tierra sólo tiene dos carriles, los marchistas se ven obligados a estrecharse lo más posible hacia el borde cada vez que asoma un motorizado.

    Los gritos, silbidos, chiflidos y el ruido de los silbatos estallan en la carretera cuando se aproxima un vehículo. La principal demanda del momento es que el motorizado deje transitar a los marchistas y les permitan pasar de largo sin mayores problemas.

    “Hay que hacer señas para que el auto pare, pero hay transportistas intransigentes”, afirma la dirigente, quien encabeza una fila de marchistas de aproximadamente 200 metros de largo.

    Pese a que la prisa es prioritaria para algunos chóferes, hay quienes obedecen las órdenes de los marchistas y parquean en un costado del camino para mostrarles su apoyo, en algunos incluso con aplausos. Otros entregan algún alimento o bebida al primer marchista que se acerca a la ventanilla del auto y otros sólo salen de sus vehículos para sacarse fotografías con los indígenas.

    El ritmo de los marchistas es medianamente rápido. Tratan de no correr para evitar la fatiga de los más ancianos, pero tampoco avanzan demasiado lento para no demorar su llegada a su siguiente destino. De vez en cuando, los tres músicos del grupo, que llevan tambores y flautas, marcan el ritmo de la movilización con sus instrumentos.

    Doña Aide, madre de hogar, y el joven Hernán, padre de una niña, son quienes asumen la labor de guiar la marcha cada vez que reanuda su curso, pero frente a ellos se encuentra otro marchista, el que lleva la bandera con la imagen de la flor de patujú, que simboliza la paz.

    La bandera de la flor de patujú, portada por diferentes indígenas durante el recorrido, es el primer aviso para los transportistas de que detrás avanza la columna de los defensores del TIPNIS.