Clive Owen: «Actuar no es solo un oficio, es arte»

Basta pronunciar su nombre para que, a tu alrededor, comiencen a sonar los suspiros femeninos. Clive Owen, uno de los hombres del momento, estrena  «Asesinos de élite», donde encarna a un agente de las fuerzas especiales británicas que debe proteger a sus compañeros.

¿Qué encontrará el público en Asesinos de élite?

Mucha acción, y una divertida historia sobre espías, agentes clandestinos y asesinatos.



¿Por qué aceptó el papel?

Era un gran desafío, que me permitía aprender cosas que no había hecho nunca: sudar mucho saltando y corriendo de un lado a otro, o aprender boxeo y kick boxing.

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Y, supongo, trabajar con Robert De Niro, que está en la película.

Apenas coincidimos en una escena, pero por supuesto que influyó: es el mejor actor de su generación. Siendo yo estudiante de interpretación, ya era un modelo para mí: no solo por estar en películas maravillosas, sino, sobre todo, por ser capaz de permanecer en la cima durante décadas.

¿Se siente usted también un modelo para otros actores?

No he pensado mucho en ello… Simplemente, me limito a hacer mi trabajo. La verdad es que me mataría a mí mismo si fuese tan engreído como para creerme capaz de ir enseñando cosas por ahí, así que no lo creo. Eso sí: yo aprendo, sobre todo, viendo el trabajo de otros intérpretes, así que a lo mejor a alguien le ha servido alguna de mis películas.

Lleva muchos años en la profesión: ¿cuál es, en su opinión, el secreto de ser un buen actor?

De joven, me enseñaron en la escuela de interpretación que actuar no es solo un oficio: es, también, un arte. Después, con el paso del tiempo, he aprendido que para triunfar es fundamental estar muy concentrado en este trabajo. Es crucial no dejar que nada te distraiga. Cuando te empieza a ir bien, es fácil despistarse por el dinero, la fama o las mujeres, y por eso la disciplina es crucial.

Imagino que, sobre todo cuando uno es joven, es complicado.

No solo cuando uno es joven… Actuar impone un ritmo difícil, mucho sacrificio, y has de estar concentrado. Hace años, a veces trabajaba en una película y, mientras, fantaseaba con qué llegaría después o si podría conseguir un determinado papel… Eso es un error: como actor, solo importa el ahora. Lo que estás haciendo en ese momento es lo más importante del mundo.

¿Qué relación tiene con su trabajo cuando no está en el plató?

Has de aprender a separar ambas cosas. Es difícil, porque a veces pasas mucho tiempo involucrado en un proyecto y cuesta desconectar. Y, cuando no trabajo, estoy dándole vueltas a cosas que podría hacer… ¡En el fondo, creo que siempre estoy trabajando!

Se sabe poco de su vida privada: ¿cómo logra evitar el acoso de la prensa y de los paparazis?

Simplemente, intento ir siempre a sitios en los que ellos no están, y tampoco les aviso de dónde voy a ir yo… Si quieres, no es tan difícil evitarlos. En ese sentido, me siento afortunado: mi vida es todo lo sencilla y normal que puede ser, y así intentaré que siga.

¿En qué consiste esa vida sencilla que lleva?

Sobre todo, en estar mucho tiempo con mis hijas. Las llevo al colegio, nos vamos de excursión al campo, y pasamos muchos momentos maravillosos cuando no estoy trabajando. Ese es el problema: paso demasiado tiempo viajando por ahí, así que he de disfrutar a tope cuando estoy con ellas.

¿No es difícil llevar una vida sencilla y educar bien a unas niñas cuando su padre es una estrella del cine?

¡Para eso está mi esposa! A veces, a mí me cuesta, pero tengo mucha suerte de que esté ella para mantenerlas con los pies en el suelo. Ella se ocupa de organizar nuestras acampadas, de que hagan las mismas cosas que hacen los demás niños. Nuestra obligación es transmitirles que eso, estar en una tienda de campaña un fin de semana, es la realidad, y que todo lo demás no lo es tanto… Estoy muy orgulloso de ellas: son muy educadas, y en absoluto son unas mimadas. Pueden adaptarse a cualquier cosa.

Pienso en su película Hijos de los hombres: ¿imagina un futuro así de sombrío?

Una de las grandes virtudes de esa película es que muestra un porvenir horrible, pero también la solidaridad, la generosidad o el amor entre seres humanos. Respecto a la vida real, vivimos momentos muy complicados… Lo que más me aterroriza, claro, es pensar en el legado que dejaremos a nuestros hijos. No puedo definirme como optimista, pero intento pensar que mejorará.

Como figura pública, ¿cree que puede, o debe, aconsejar a la gente?

No creo que actuar me dé ningún derecho a decirle a la gente lo que debe hacer. Mi personaje puede hacerlo en una película, pero yo no… Sería muy vanidoso por mi parte pretender que la gente me siga, y no me gusta dar discursos. ¡Bastante tengo con intentar hacer bien mi trabajo!

¿Qué explicación da, por ejemplo, a los actos vandálicos del pasado verano en Londres?

No tengo ninguna explicación, y me sorprendieron tanto como a cualquiera. Fueron momentos difíciles: por suerte, las cosas se calmaron pronto.

Tras tanto tiempo actuando, ¿qué le motiva aún?

La pasión de hacer bien mi trabajo y la necesidad de cambiar, de no hacer siempre lo mismo. Hay algo importante: cuando leo un buen guión, todavía siento verdaderas ansias de conseguir el papel.

¿Cómo le fue con el director español Juan Carlos Fresnadillo, con el que hizo Intruders?

Lo pasé muy bien, fue fantástico… Es un gran director, alguien muy serio y centrado, y que ya tiene una carrera importante pese a su juventud. Además, me enamoré de los dos niños protagonistas.

De no ser actor, ¿a qué cree que se dedicaría?

¡Me asusta pensar en lo que podría haber sido mi vida de no haber conseguido ser actor! No sé si valdría para algo: nunca quise hacer nada más.

Fuente: www.20minutos.es

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