Iván Arias Durán*
A propósito de los acontecimientos que vivimos los bolivianos, atraque en una lectura en busca de explicación a tanto desatino. Desiderio Erasmo de Rotterdam, (1466-1536), cura católico, considerado uno de los más grandes humanistas cristianos, escribió Moriae Encomium, ("Elogio a la estupidez"), obra satírica donde critica los abusos supersticiosos de la doctrina católica y las prácticas corruptas de la Iglesia de su época.
“Elogio de la locura” o “Elogio de la estupidez” (también "Encomio de la estulticia") es un ejercicio satírico del humanista holandés Erasmo de Rotterdam, en el cual abordaba el dogmatismo escolástico y la sociedad de la época exhibiendo la vasta erudición de su autor, especialmente con las continuas referencias a la mitología y la literatura clásica, y su valía para la creación irónica en una ingeniosa y sarcástica manifestación con el valor de la insensatez y la estupidez como fundamento vital para el desenvolvimiento humano, en un contexto marcado por la rigidez de pensamiento y la severidad en las costumbres.
El libro, un divertimento dedicado a Tomás Moro y uno de los trabajos más importantes de la literatura renacentista, está narrado en primera persona por la propia Locura (o la Estupidez), quien analiza con un tono afable, sarcástico e íntimo con el lector, el comportamiento del hombre, su contexto y los bienes que reporta su presencia constante a lo largo de su existencia. Como invitación a la lectura y reflexión sobre dicho texto quisiera recordar algunos renglones:
Elogio 12: ¿Os parece que puede haber, y ser tenido por tal, una vida sin placer? ¿Hay momento alguno de la vida que no sea triste, aburrido, desagradable, estúpido o tedioso, si no le añadís el placer, que es el aderezo de la Estupidez? Testigo justo de ello puede ser el nunca bastante celebrado Sófocles, quien hizo de mí este bellísimo elogio: «Vida felicísima, la de los que no piensan en nada.» La ignorancia proporciona la vida más feliz.
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Elogio 34: Mucho más aceptable es, sin duda, la vida de las moscas y de las aves que viven a sus anchas, sólo guiadas por el instinto.
Elogio 9: Comitiva de la Estupidez: Esa que veis con las cejas marcadas no es otra que Filautía: el amor propio. Y esta de ojos chispeantes y pronta al aplauso se llama Kolakía: adulación. Esta que veis semiinsomne y como dormitando se llama Lethe: olvido. La que apoya sus dos codos y cruza las manos se la conoce por Misoponía: pereza. La que aparece coronada de rosas y envuelta en perfumes es Hedoné: voluptuosidad. Anoia: demencia, es la de ojos esquivos y mirada huidiza. Tryfe: molicie es conocida por su tersa piel y su torneado cuerpo.
En lo más remoto de la ideología que sostenía a la Alemania nazi había un desprecio profundo por la inteligencia. Tanto desde las interpretaciones torpemente directas que los nazis hacían del elogio de la crueldad nietzscheana como desde la lectura que de Nietzsche hizo Heidegger y que es una de las más difundidas, la inteligencia era la virtud/vicio atribuida a los judíos, mientras que la simpleza de mente y espíritu del rústico campesinado alemán constituían la normalidad deseada por el régimen. Más vale no ser muy inteligente para ser apto para la “felicidad” nacionalsocialista. Ya lo dijimos, la inteligencia era cosa de los judíos que se valían de ella para tejer en las sombras la dominación mundial, la sospecha se cernía sobre el pensamiento en un mundo dominado por el imperio del cuerpo.
En cada uno de nosotros reside un factor de estupidez, siempre mayor de lo que creemos. Cuando la estupidez de una persona se combina con la estupidez ajena el impacto crece por multiplicación. Por eso, combinar la inteligencia de distintas personas es más difícil que combinar la estupidez. Todos los que parecen estúpidos lo son, y además también lo son la mitad de los que no lo parecen’. (Quevedo). El problema del mundo es que los estúpidos tienen una seguridad pasmosa y los inteligentes rebosan de dudas’ (Russell). Siempre que haya bobos habrá engañabobos’ (Toharia). Por todo ello no es suficiente con darse cuenta de la importancia del problema; es más importante intentar comprenderlo para reducir sus efectos. En fin, sea la estupidez activa o pasiva, usted no se preocupe ‘¡la vida es hermosa!’, exclaman Les Luthiers en su irónico Centro Estatal de Asistencia al Suicida. Esperemos, cual perfecto pescador de caña que veamos un día sobre la estupidez un solemne ‘Requiescat in pacem’ (Izaak Walton).
*Ciudadano de la república de Bolivia
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