José Gramunt de Moragas
Tanto va el cántaro a la fuente que, al fin, se rompe, decía mi abuela cuando explicaba a su manera la caída de algún alto personaje. Pongamos, por su actualidad, al exjefe del gabinete ministerial italiano, Silvio Berlusconi. No sé si es cierto el chisme de “revista de peluquería” (nunca mejor adjetivada) según el cual, “Il Cavaliere” se hizo injertar cabello en su calva progresiva. Lo que sí fue una insistente realidad fueron sus tomaduras de pelo a los italianos hasta al punto de que, perdida la confianza del parlamento y de la opinión pública, el sábado pasado tuvo que irse a su casa.
Decía también mi abuela que las comparaciones son odiosas. No todas, me permito replicarle. Hay algunas muy acertadas. Con este justificativo no voy a exagerar transportando la bella Italia al árido paisaje del altiplano paceño. No obstante, vuelvo a lo del cántaro. En efecto, peor que una tomadura de pelo fueron las recientes maniobras pseudojudiciales del gobierno al haber suspendido por cuarta vez, en el lapso de tres años, la solicitud del ex gobernador de Pando Leopoldo Fernández que pedía el cese de su detención ilegal. He aquí un caso de ensañamiento contra el prácticamente indefenso detenido. Muchísimo para ser una tomadura de pelo.
Otra broma muy pesada es la reyerta entre ex autoridades del ministerio de Gobierno que se enredan en aclarar -u oscurecer- el caso de la agresión brutal contra los indígenas de tierras bajas el pasado 25 de setiembre, en las vecindades de Yucumo. Nadie dio la orden (¿?). Pero luego resultó que el viceministro de régimen interno declaró ante el fiscal que el propio ministro lo había dispuesto o, al menos, consentido que se reprimiera a los indígenas; es decir, utilización de gases lacrimógenos, autobuses listos para trasportar a los indígenas detenidos, cinta maskin para maniatarlos, y demás parafernalia represiva.
Otra tomadura de pelo, envuelta en el celofán de la terminología surrealista es la del vicecanciller boliviano, quien, tratando de engatusar a los trabajadores textileros de AMETEX, en peligro de perder sus puestos de trabajo por falta de mercados, les espetó la jerigonza surrealista de que Bolivia tuvo que abandonar las exenciones arancelarias que concedía el ATPDEA. Pero estén tranquilos, hermanos textileros, Bolivia y los EE.UU. analizarán los nuevos mecanismos de comercio bilateral “bajo los principios de solidaridad hacia los más pobres y de desarrollo económico diferenciado”. ¿Lección magistral o tomadura de pelo? Pues si malo es perder el empleo, peor aún si coincide con las fiestas de fin de año, reclamaron los trabajadores. ¡Qué lástima!, se dejó pasar una de las ocasiones excepcionales en que los obreros apoyan al patrón.
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Más bromas pesadas. En virtud de la “intangibilidad” del territorio del TIPNIS, a los indígenas de tierras bajas, se les niega la posibilidad de hacer inversiones legales para lograr un desarrollo sostenible de la zona. Uno se pregunta si los sembradíos de la hoja sagrada de los colonos cocaleros son igualmente “intangibles”. Los campesinos originarios afectados por este atentado contra las libertades ciudadanas, tales como la libertad de empresa o de comercio legítimos, afirman que se trata de una venganza del Sr. Presidente, por haber logrado que no se construya la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos.
Concluyo. Por estos caminos tortuosos, por tantas tomaduras de pelo, se comprende la impaciencia de los no conformistas, de los indignados. Cuidado con la sombra de Berlusconi…