
Sin embargo, el segundo mandatario no pudo exhibir datos objetivos que avalaran su afirmación de que esas empresas (entre ellas Cartonbol, Papelbol, Azucarbol y Lacteosbol) “son rentables”, limitándose a adjetivar a los analistas críticos como “neoliberales”.
Lo cierto es que las 13 estatales cuestionadas no han sido capaces siquiera de presentar estados financieros y que su fundación se originó en criterios políticos coyunturales -a manera de prebenda para ciertos electorados locales o regionales- y no en una planificación nacional y de largo plazo.
Incluso un viejo partidario del estatismo como Andrés Soliz Rada ha criticado la manía de crear entidades públicas para esto y aquello, señalando que habría sido preferible concentrarse en la conformación de dos o tres grandes empresas estratégicas.
De acuerdo a un estudio realizado por el investigador Iván Arias Durán, la administración evista dilapidó 2.000 millones de Bs. en la implementación de estas compañías, que apenas lograron crear 250 puestos de trabajo.
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Compárese esto con los empleos que se habrían podido generar con similar suma a través de un programa de incentivos fiscales a empresas privadas.
Sin argumentos ante esta contundente realidad, García Linera se ha limitado a la descalificación.
Fracaso de las evo-empresas, en definitiva, y también del vocero del capitalismo de Estado andino…