Rajoy: “La crisis, mi único enemigo”


Marcelo Ostria Trigo

MarceloOstriaTrigo_thumb1 “Todos los pronósticos apuntan al hundimiento electoral del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el partido del Gobierno que lleva grabadas a fuego todas las marcas negativas del paro, la deuda, el déficit y los recortes sociales” (José Manuel Romero. El País, Madrid. 19.11.2011). Esos pronósticos se cumplieron: el PSOE ha sufrido este 20 de noviembre la más catastrófica derrota electoral de su historia, mientras el Partido Popular (PP) alcanzó una mayoría absoluta aun más amplia que la conseguida en 2000. Los datos finales: 44,5 % de los votos y 186 diputados para el PP, y 28,7 % y 110 diputados para el PSOE. Mariano Rajoy Brey es el presidente electo del Gobierno de España.

Los españoles han demostrado que son conscientes de que la aguda crisis que sufre Europa y que castiga severamente a su país, demandará sacrificios y severas medidas de ajuste, y aun así cree en la posibilidad de salir del atolladero, pese a que, en algunos casos, hubo un desaliento parecido a la resignación: “Gane quien gane, igual perderemos” decía un cartel en Madrid.



La grave crisis española no se originó exclusivamente en el mal manejo del PSOE de la economía. La crisis se extiende por el Viejo Continente. La canciller alemana, Angela Merkel, la calificó, con razón, como la peor desde la II Guerra Mundial. Sin embargo, la percepción de la mayoría de los españoles –los resultados electorales lo prueban– es que el gobierno socialista español no fue capaz de lidiar con la economía y que ante la crisis no reaccionó con prontitud ni adecuadamente. Y esto se está pagando, entre otros, con el desempleo del 21,5% (4 millones 978 mil desocupados), la tasa más alta en la Unión Europea.

Hubo otros cuestionamientos. Por ejemplo: “la cabeza de lista de Izquierda Unida al Congreso, Gaspar Llamazares, reprochó ayer al PSOE por ‘uno de los grandes fracasos del actual Gobierno, la política exterior’ ” (El Comercio, España. 17.11.2011). Otros objetaron la política socialista con relación a Cuba y Venezuela, países en los que no rigen los valores democráticos y se violan los derechos humanos. El ex canciller español Miguel Ángel Moratinos Cuyaubé insistió para que la UE revierta –no lo pudo lograr– la posición común de condena a la dictadura castrista.

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Quedan otros asuntos por resolver: la retirada de las tropas españolas de Afganistán, las relaciones con Marruecos, Cuba y Venezuela y la perenne cuestión de Gibraltar, además de la forma e intensidad de la participación de España en la Unión Europea y su posición sobre la reciente resolución de la ONU sobre Palestina.

Pero lo esencial es salir de la crisis. Pese a la exclamación de un ciudadano: “¡Tremenda herencia nos ha dejado el tío! Pobre del que coja la papa caliente”, las elecciones probaron que en España hay lugar para la esperanza.

España se inclinó por un cambio sensato y creyó en un líder: Mariano Rajoy, que una vez conocidos los resultados de la elección, en un memorable mensaje, mostró su condición de político confiable y de ganador generoso. No hubo las comunes acusaciones contra el adversario perdidoso. Por el contrario, al prometer que gobernará sin sectarismo, con responsabilidad y con humildad, haciendo que nadie se sienta excluido porque privilegiará la concertación, se erigió como el estadista que requiere un país para salir de una crisis.

En España no habrá un ciego rodillo parlamentario ni imposiciones caprichosas.

¿Habrá un Rajoy para Bolivia?

El Deber – Santa Cruz


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