Karen Arauz
Cuando los sabios chinos quieren maldecir a alguien, le desean que viva tiempos interesantes.
Tiempos interesantes estamos viviendo todos, pero nunca como los que se aproximan para la administración masista.
Porque será muy llamativo observarlos afrontar los acontecimientos gracias a cómo están convirtiendo todo en un verdadero atolladero, y en el que se enredan cada día con delirante entusiasmo digno de mejor causa.
El postergado acuerdo marco con EE.UU. astutamente aliado con Brasil, se ha convertido en una especie de máquina de tortura medieval. La fuerza de la presión se torna insoportable pues los extremos están amenazando con reventarlos por un lado o por el otro. Sea lo que sea que se decida, las cartas están echadas.
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SE se ha declarado incompetente. El lío de límites entre Potosí y Oruro, le sirve para victimizarse con la retahíla de que estos jaleos cívicos tienen por objeto desprestigiarlo y convulsionar al país. Está convencido de que per se es causa y es efecto Ha decidido que es un tema que va más allá de sus competencias presidenciales. Es casi cómico lo utilitario de la descentralización y la autonomía. Competencia de municipalidades y de gobernaciones. Claro, pero no se trata de un lío de límites entre un municipio y otro en un mismo Departamento. Acá estamos hablando de disputa por la titularidad de un territorio muy rico y potencialmente estratégico y ésa ya es otra historia. Es complicado lavarse las manos, peor aún tratándose de dos Departamentos de occidente donde se supone reside la base misma de su poderío político. Pero si se convierte en un conflicto de peligrosas dimensiones, la incompetencia presidencial podría ser remplazada por la efectividad del Capitán General de las FF.AA. y Policía Nacional.
Hace rato que las relaciones entre Potosí y el gobierno están muy tensas. Y ante la perspectiva que Oruro termine por ponerse también en su contra, lo mejor es salir momentáneamente por la tangente. Cuando el prolongado paro cívico de Potosí en 2010, Coca, otro reputado Ministro de la Presidencia, grabó en la memoria de los potosinos una frase: “con este paro, el gobierno sólo perdió una monedita”. El refrán reza “cuida las moneditas, que los billetes se cuidan solos”.
Enumerando sólo las más notables proezas del último año desde el gasolinazo, las elecciones judiciales, la oscura solución al pedido de los pueblos indígenas del Isiboro Sécure y la preparación para el retruque irresponsable le van costando demasiadas moneditas al gobierno sin contar que perdieron las pocas que tuvieron alguna vez en el oriente del país. El conflicto por las reservas del Campo Margarita entre Chuquisaca y Tarija, es una piedra muy filosa en el zapato de esta administración. Pero en ese mundo ideal que han creado para ellos, nada es imposible y todo es eludible. Sólo les basta con cerrar los ojos y poner los halagos de los incondicionales en audífonos a modo de música celestial para pretender que los conflictos se han desvanecido.
La manía de menospreciar a los movimientos cívicos, atacar a la prensa o ignorar la simple opinión pública a lo largo y ancho del país, denota una patológica inclinación hacia la convulsión y la inestabilidad. El problema de esta propensión es que se ha convertido en un deporte extremo. Los elementos de esta práctica sostenida, al parecer, son el ámbito en el que mejor se desenvuelve el gobierno. La acumulación de adrenalina es el vehículo óptimo para dar rienda suelta al ahínco por penalizar, por promulgar normas punitivas mediante las cuales se sientan ellos más seguros, más fuertes y más sólidos. Hay algunos que si no imponen su voluntad, les asaltan inseguridades y se convierten en autoridades vulnerables, por lo tanto en autoridades disminuidas.
El concepto de desacato es sinónimo de rebeldía, desobediencia o insumisión. Todos ellos tienen hoy, una valoración totalitaria hasta rozar lo fascista. Porque lo que este gobierno usa sin timidez, no es esa obligatoriedad de acatar leyes y autoridad legal y legítimamente constituida, sino que cualquier pelafustán con un nombramiento a dedo bajo el brazo, se erige en intocable cuyos caprichos hay que acatar sin vacilación so pena de ser procesado. Y ya sabemos qué tan ecuánime está la administración de justicia.
Las poses altaneras, la soberbia y los enunciados petulantes, han convertido a otrora modestos y simples ciudadanos, en una especie de reyezuelos. Este es el paraíso de los mitómanos. La ficción confunde y surgen estos pequeños sujetos para quienes el ruido de un par de llaves en sus bolsillos, suena a campanas de gloria ante su paso.
El país se está polarizando inexorablemente. Y no es entre pesimistas y optimistas, ni siquiera entre oficialistas y opositores. Día que pasa se va identificando con mayor precisión a los que a toda costa quieren tener la razón sin importar el qué y los que quieren sólo la verdad sin importar el cómo.