2012 será un año de elecciones en los Estados más poderosos. De los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, habrá elecciones y/o cambios de gobierno en todos ellos menos en el Reino Unido. EEUU elegirá Presidente en noviembre, pero antes habrá elecciones en Rusia (en marzo) y luego en Francia en abril-mayo. A su manera, los chinos también tienen elecciones, ya que a finales de 2012 tendrá lugar el XVII Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), un congreso en el que se prevé aupar al poder a la quinta generación de líderes, Xi Jinping y Li Keqiang. Por tanto, los mandos del planeta van a estar en manos de presidentes salientes, sometidos a reelección o, directamente, novatos así que desde el punto de vista de la gobernanza mundial, 2012 no tiene muy buen aspecto.
En Francia, las encuestas sitúan a Marie Le Pen como principal beneficiaria del desgaste de Sarkozy: eso no quiere decir que vaya a ganar, pero con un 24% de intención de voto a favor del FN, podríamos encontrarnos con una elección dominada por la polarización y por una unión de todos contra Le Pen, como ocurriera en las elecciones de 2002, que acabaron llevando a Chirac al Elíseo con el voto de los socialistas.
En Rusia ya ha saltado la sorpresa. Las movilizaciones en torno al fraude cometido en las elecciones parlamentarias de este mes han pillado por sorpresa al tándem Putin-Medvédev. Ambos llevaban años repartiéndose los papeles: Putin, apelando con su mano dura y su chovinismo a los instintos de las clases más populares mientras Medvédev alimentaba las esperanzas de la clase media con su retórica sobre la modernización y sus críticas a la corrupción. Pero parece que Putin ha calculado mal y su reaparición para convertirse en Presidente ha sentado muy mal a los rusos, que han comenzado a manifestarse en contra del descarado fraude electoral de unas elecciones que el Parlamento Europeo ha calificado como “ilegítimas”. Los problemas del Partido Rusia Unida son muy serios: si con todas las televisiones, pucherazos y una oposición debilitada y acorralada apenas consiguen la mitad de los votos, eso significa que el descontento es mucho mayor de lo que parece y que las elecciones presidenciales no están ni mucho menos cerradas.
Tampoco tienen muy buen aspecto las cosas para Obama. Obama, que empezó ninguneando a los mismos europeos que le aclamaban como una estrella de rock, se está encontrando con que librarse de los europeos es más difícil de lo que parecía. Primero porque se empeñan en llamarle cada vez que tienen un problema, un viejo vicio que repitieron en Libia, pero segundo, y más importante, porque aunque políticamente Europa no cuente mucho, EEUU depende de la economía europea tanto o más que de la asiática. De ahí la irritación de Obama con unos europeos que muy bien pueden costarle la presidencia. Y si finalmente lo hace, los republicanos que hay a la vista serán mucho más duros y exigentes con Europa, a la vez que menos internacionalistas que Obama.
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Cierro con China, donde tendrá lugar algo parecido a un milagro: la entrega voluntaria del poder de una generación a otra en la dictadura más grande del mundo. Viendo lo ocurrido en Corea del Norte, e incluso los intentos de otros dictadores del mundo (Asad en Siria, Mubarak en Egipto, Ben Alí en Túnez, etc.) de dejar a sus hijos al mando, hay que admitir que el sistema chino ha logrado algo muy difícil de explicar: un equilibrio de poder interno que permite transiciones ordenadas. Eso no convierte a China en una democracia, claro está, sino en algo muy complejo de entender y seguir desde fuera. Gran parte de los éxitos de China se basan en lanzar hacia el futuro los problemas: tanto desde el punto de vista económico como político, hay indicios de que el modelo ha generado numerosas burbujas que bien podrían estallar (hay un burbuja inmobiliaria y crediticia, pero también una burbuja democrática, expresada en los microblogs y las protestas sociales). Puede estallar una o incluso las dos, dejando un 2012 muy, pero que muy animado.
Así pues, 2012 será un año de transición en el poder, incluso en Europa, donde confirmaremos qué tipo de Unión se va a consolidar: una unión de austeridad comandada por el directorio franco-alemán o una unión política y económica mucho más incluyente, solidaria y ambiciosa. Año de transición, sí, ¿pero hacia dónde?
Fuente: www.elpais.com