Ante una seguidilla de derrotas en el último año, el régimen cocalero parece haber iniciado una contraofensiva para tratar de ampliar sus márgenes de maniobra y enfrentar de mejor manera la debacle.El contragolpe estratégico busca copar nuevas estructuras administrativas (la Gobernación del Beni y eventualmente la de Santa Cruz) y “barrer” de la escena a actores de un anterior ciclo opositor.De ahí la arremetida que acaba de derrocar a Ernesto Suárez y la que podría venirse en el 2012 contra Rubén Costas.Está claro que los reveses sufridos en el 2011 por el gobierno de Evo Morales tuvieron otros protagonistas: sectores sociales desgajados de la alianza oficialista, clase media movilizada de manera casi espontánea (“egipcia”)…Pero para el poder es muy difícil descabezar a esta nueva oposición emergente, debido al alto costo en imagen internacional y a posibles reacciones populares que deriven en un rápido cambio político.En cambio, lo que sí está a mano es la posibilidad de eliminar a los paleo-opositores, previamente debilitados por su auto-desmovilización y por importantes errores estratégicos (ver el Referéndum Revocatorio o la tibieza en el caso de Leopoldo Fernández).La justicia controlada por el partido de gobierno se convierte en engranaje principal de la contraofensiva, con el concurso de aliados tácticos en las Asambleas Departamentales (PAN en Tarija, MNR en el Beni). En la misma línea, habrá que recordar los tanteos entre el MAS y NPC por la presidencia del Legislativo cruceño algunos meses atrás, que terminaron neutralizados por la no-cooperación de los asambleístas indígenas.En cualquier caso, es difícil que la contraofensiva logre otra cosa que retardar un poco el inevitable desmoronamiento de un gobierno que ha perdido su mito y la mayoría de sus bases…[email protected]