El paisaje de la sede de gobierno de Bolivia comienza a transformarse por la construcción de edificios, lo que refleja el crecimiento económico general, pero también un hecho menos agradable: la afluencia de dinero de la cocaína a uno de los países más pobres de Sudamérica.
El paisaje montañoso que se divisa desde La Paz, ubicada en un valle a 3.600 metros sobre el nivel del mar, se desvanece gradualmente detrás de nuevos edificios de apartamentos, tendencia que se observa también en otras ciudades bolivianas como Santa Cruz, Cochabamba, Sucre y Tarija.
La venta de cemento aumentó un 12% en 2008 y un 13% en 2009, según cifras del sector, en tanto que la construcción ha aumentado un 10% por año en promedio, el doble del índice de crecimiento del país.
“El dinero proviene de las exportaciones, ayudado por el precio espectacular de las materias primas", como así también de las remesas que envían los bolivianos residentes en el extranjero y el crédito favorable, según explicó el economista Alberto Bonadona, de la Universidad de San Andrés.
Las “exportaciones” incluyen minerales e hidrocarburos, pero también cocaína, de la cual Bolivia surgió como el tercer productor más grande del mundo, con un área de cultivo que aumenta 31 mil hectáreas por año.
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“En países con mucho tráfico de droga uno de los métodos de lavado de dólares es el de los bienes raíces", señaló el economista Napoleón Pacheco, del centro de estudios Fundación Milenio. “Es posible que este factor esté afectando el boom actual".
No existen estudios concluyentes que vinculen la expansión de bienes raíces con el narcotráfico, pero el aumento vertiginoso en la construcción de la década de 1980, también coincidió con un pico en la actividad vinculada a la droga.
“Por cada ocho dólares de exportaciones legales, hay un dólar que es ilegal", concluyó Bonadona.
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