Ensañamiento diabólico

José Gramunt de Moragas, S.J.

GRAMUNT Es una lástima que en estos días navideños en que todos -no todos- hablan de paz, amor, reconciliación, no podamos evitar que otros siembren odio, revancha, ensañamiento, que son algunas de las “acendradas virtudes” de los actuales gobernantes.

El acoso y el ensañamiento judicial amenazan, con razón o sin ella, a los más diversos ciudadanos. Estos perseguidores judiciales se parapetan en la memoria de otros agentes judiciales del pasado, venales, prevaricadores y corruptos que deshonraron su profesión.



Aquellos funcionarios podían ser identificados, persona por persona y no por ser parte de la institución judicial. Pero ahora, la mancha parcializada políticamente se ha extendido a todo el cuerpo judicial -si hay alguna excepción, la respeto- obedeciendo las órdenes del gobierno autoritario. Si antes podía señalarse individualmente al fiscal o al juez o al secretario del juzgado como un canalla, el sistema actual de la judicatura ha llegado al límite de ser calificado de sirviente sumiso y obsecuente a “la voz de su amo”.

Hecho este preámbulo, comprobamos con pena que el gobierno enturbió estas fiestas de fin de año con sentimientos de odio y de rencor. En efecto, esperó al mes de diciembre para defenestrar al gobernador del Beni, Ernesto Suárez Sattori, elegido democráticamente por su pueblo. Además movió sus hilos judiciales a fin de encarcelar al otro gobernador, al de Santa Cruz, Rubén Costas, también elegido por mayoría ciudadana. Y, correlativamente, sustituirlos por otros seudogobernadores interinos. Lo mismo ocurrió en Tarija.

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No puede negarse el hecho de que el gobierno ha ido ganando experiencia en este vil procedimiento de defenestrar autoridades departamentales y municipales. Pero no pudieron con las alcaldías de Sucre y Quillacollo que habían quedado en una situación ambigua a causa de los oscuros malabarismos de las elecciones pasadas. Una vez que esos municipios se sometieron a una nueva prueba, al MAS le fue mal. Triunfó la mayoría contraria.

¿Por qué justo en vísperas de la Navidad, el gobierno tuvo el mal gusto de reactivar sus prácticas persecutorias? El caso es que volvió a la carga contra el gobernador electo del Beni, Leopoldo Fernández (tres años de cárcel, si sentencia), contra José María Bakovic, derrocado de la presidencia del Servicio Nacional de Caminos, y contra Juan Antonio Morales, expresidente del Banco Central, quien guarda detención domiciliaria por su estado de salud.

A la vista de este panorama, uno se hace la clásica pregunta de Sherlock Holmes: ¿A quién aprovecha la persecución de connotados ciudadanos? Obviamente aprovecha a quienes los han sustituido. La defenestración de Bakovic aprovechó a su inmediata colaboradora que, según todos los indicios, le había “movido el piso”, así también benefició al actual director de la Administración Boliviana de Carreteras. ¿A quién aprovecha la detención domiciliaria de Juan Antonio Morales? Adivina adivinanza. No lo adivino. Pero sospecho que, esta vez, como en las otras, aprovecha a quienes se regodean en el diabólico placer del ensañamiento.

ANF

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