Pablo Ortiz
En medio de la hegemonía política del MAS ha vuelto la democracia pactada al escenario político boliviano. En menos de dos semanas hemos asistido a dos muestras de esa forma de hacer política que se creyó enterrada en la misma tumba que el sistema de partido: el pacto opositor en Sucre y la alianza para destituir al gobernador de Beni, Ernesto Suárez.
Lo de Sucre fue una especie de megacoalición. Unidad Nacional, de Samuel Doria Medina; PAIS, de la exalcaldesa Aideé Nava (exMBL), y Líder, de la exprefecta Savina Cuéllar (exMAS) se fusionaron para ganarle al MAS y lo consiguieron: Moisés Tórrez será alcalde de la capital.
Lo de Beni fue más parecido al Acuerdo Patriótico. El MAS y el MNR cruzaron los ríos de sangre que se derramaron en octubre negro y ‘tumbaron’ a Suárez, uno de los gobernadores de oposición que seguían en pie. Más allá de si es legal o no la destitución de una autoridad por una acusación fiscal, hoy para el MAS el fin justifica cada vez más los medios. Si muchos se ruborizaron cuando se alió con miembros de la Unión Juvenil Cruceñista para demostrar que había entrado en Santa Cruz, si otros tantos se fueron del partido cuando reprimió a indígenas que marchaban en una carretera, no deben ser pocos los que cuestionen los métodos utilizados para pintar de azul un departamento más en el mapa.
En lo de Sucre se puede creer que es un coletazo de la derecha que se creyó derrotada en la matanza de Porvenir. Dicho rejunte de siglas no tiene nada que ver con ideología y sí tiene mucho que ver con las deudas judiciales de las cabezas de los partidos. Pero también puede ser la semilla de otra coalición con miras a las elecciones generales de 2014. Tórrez tiene nexos políticos y de amistad con Rubén Costas y se lo mencionaba como el candidato de Verdes en Sucre. Él no niega que puede ser parte de una coalición de liderazgos regionales que pueda hacer frente a Evo.
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En lo de Beni se ve que el MAS continúa con su política de expansión territorial y solo le falta Santa Cruz para tener un mapa político monocolor. El riesgo de ese universo azul puede estar en que si no dejan a la derecha expresarse en las urnas, esta puede volver a expresarse en las calles. Eso, como casi todo en este país, puede ser una caja de Pandora.
El Deber – Santa Cruz