La boleta presentada por el gobierno de Evo Morales para el censo 2012, incluye a 55 pueblos indígenas de Bolivia como opciones de auto-identificación étnica.
Exactamente igual a como sucediera con el anterior censo de población, realizado en el año 2001, donde tampoco se incluyó como alternativa la categoría mestizo.
En aquella ocasión, la maniobra censal arrojó el resultado ficticio de un 66% de indígenas en la población boliviana.
Esto sirvió de base a todo un proyecto de re-etnización, impulsado por el hoy vice-presidente Álvaro García Linera y otros ideólogos vinculados al grupo Comuna, pensamiento que ellos mismos definieron como “marxismo étnico”.
La ficción estadística del 2001, sirvió como puente de acceso al poder para una nueva clase burocrática que utilizó la bandera del indigenismo como marketing electoral primero, y como instrumento de copamiento de la Asamblea Constituyente después.
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El propio García Linera lo confesó al diario argentino Página 12, al decir que “el indigenismo no nació en el campo sino en un grupo de intelectuales de clase media urbana, frustrados por las pocas posibilidades de ascenso social”.
De esa forma se puso alfombra roja para la llegada al gobierno de Evo Morales y sus cocaleros, convenientemente camuflados de indígena-originarios.
Ahora, el nuevo censo 2012 repite la exclusión de la categoría mestizo, sin duda como preámbulo a nuevas manipulaciones políticas.
Cabe recordar que, de acuerdo a estudios realizados por el PNUD y por la Fundación UNIR, en los que si se incluyó la posibilidad de auto-identificarse como mestizo, una amplia mayoría de los encuetados (más del 60%) escogió esa alternativa.
La nueva boleta censal establece a 55 pueblos indígenas, contradiciendo la norma establecida en la Constitución Política del Estado, que reconoce a 36 etnias.
Esto puede obedecer a un proyecto de “divide y vencerás” por el cual se fragmentaría a los pueblos originarios a gusto y paladar del régimen.
Algo de esto habíamos visto ya en Santa Cruz, cuando el gobierno movió todos los hilos necesarios para otorgarle una banca en la Asamblea Legislativa Departamental a una representante del inexistente pueblo yuracaré-moxeño.
Imaginemos también el efecto que esto tendría en la cuestión del TIPNIS, como herramienta para dividir a los indígenas. Mecanismo que igualmente podría ser aplicado en otras áreas protegidas…