Ismael Schabib Montero*
El diccionario Larousse sobre etnocentrismo dice: “Propensión de un individuo a considerar que su grupo, su país y su nacionalidad son superiores a los demás”. De racismo señala: “Teoría que sostiene la preeminencia de ciertas razas sobre otras” Relativo a solidaridad: “Sentimiento que impele a los hombres a prestarse una ayuda mutua.// fil. “Dependencia mutua entre los hombres que hace que no puedan ser felices unos si no lo son los demás”.
El nacimiento de Bolivia, por iniciativa de los hombres de Charcas y de otros altoperuanos, por allá por 1825, no fue perfecto. La aristocracia criolla marginó al indígena y olvidó a los habitantes de las tierras bajas. Es posible que esa aristocracia criolla haya debido creer que el hombre blanco era superior al indígena, cosa que ocurrió también al nacimiento de otros países de América Latina, y en el caso específico de los indígenas del Occidente, este marginamiento pudo haberse dado, porque, en el sistema de gobierno de la colonia algunos de ellos tenían privilegios como las autoridades reconocidas en sus comunidades. El olvido de los habitantes de las tierras bajas pudo ser por la escasa comunicación que había entre las dos regiones que componen Bolivia.
Durante la Guerra del Chaco el hombre de clase media fue el que nutrió las filas del Ejército en campaña, como se puede comprobar por los nombres y apellidos de las listas que todavía existen, hasta pasada la mitad de la guerra cuando se tuvo que reclutar al indígena. Fue en ese escenario donde los bolivianos se conocieron mejor, los indígenas del occidente con el hombre de clase media que como se sabe, salió decepcionado y frustrado de la guerra y fue el principal protagonista de la Revolución del 9 de abril de 1952, que lanzó medidas para sacar al indígena del ostracismo y la marginación, en ese gobierno se le dio mayor énfasis a la construcción de la carretera Cochabamba-Santa Cruz para integrar al hombre oriental, pero ni siquiera la gran Revolución de abril lanzó medidas para favorecer al indígena de las tierras bajas, tal vez por no tener significancia como cantidad, lo cierto es que este ha tenido que hacer marchas hasta la sede de gobierno para hacer sentir sus reclamos.
Hoy nos encontramos con un gobierno contradictorio, es etnocentrista y promulgó una ley contra el racismo y se ha inventado la existencia de más de treinta naciones en las tierras bajas, y ahora dice que no representan ni el 3 % del total de nuestra población y demuestra un total desprecio por ellos. A todas luces se privilegia al indígena de las tierras altas, especialmente al aimara, y se pone al intercultural o mestizo, que somos la mayoría y al indígena de tierras bajas en inferioridad de condiciones. Eso es racismo.
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Las sociedades fuertes son las que están cohesionadas, integradas, las que comparten sus idearios así no sean de la misma etnia y todo lo que han logrado se basa en un secreto que se llama: solidaridad, que es el principio que alimenta a otros, la unidad y la lealtad. Como se podrá ver lo que el boliviano necesita es practicar más ética y no racismo.
Desde el nacimiento de la República la solidaridad entre bolivianos no ha sido una de nuestras virtudes, el marginamiento del indígena y el olvido del hombre de las tierras bajas no sólo se debió a hechos que se anotaron en líneas anteriores, sino porque ha habido una gran dosis de insolidaridad, de egoísmo, incluso el centralismo no hubiera sido tan nocivo y secante si nuestra sociedad a pesar de su relativa diversidad, hubiera sido más solidaria, y eso se logrará solamente con más educación, integrándonos hasta hacernos uno, derribando las barreras que nos pone el racismo. El camino elegido por el masismo ha acentuado el etnocentrismo y la insolidaridad en Bolivia, nuestro gobierno pretende avanzar mirando por el espejo retrovisor y no a través del parabrisas.
*Vicealmirante de la República de Bolivia