Róger Cortés
La Central Obrera Boliviana (COB) ha tenido una diversidad de roles y significados, pero nunca el que sus flamantes ejecutivos han escogido en el momento de cerrar las puertas de la institución en las narices de las organizaciones indígenas al comunicarles que no apoyan la defensa del TIPNIS, ya que en vez de solidarizarse con ellos se ofrecen como ente mediador.
Las asociaciones de derechos humanos, ONG especializadas, iglesias de diversos credos y, tal vez, el Órgano Judicial podrían preocuparse ante el enfoque de la recién elegida directiva que quiere volver a la COB juez, árbitro o componedor de contradicciones.
La COB llegó a ser, desde su nacimiento en 1953 hasta unas tres décadas más tarde, un faro para las organizaciones y movimientos sociales. Pero, inclusive durante ese apogeo, su dirigencia cometió errores monumentales con el movimiento campesino y aferrándose a un obrerismo sectario y conservador. Tampoco son menores las pifias en que cayó sometiéndose al manejo instrumentalista de varios partidos.
La disgregación del proletariado minero terminó con la potencia y convocatoria de la COB en los años 80 del siglo anterior, haciendo que sus principales fuerzas se asentaran en sectores de la clase media urbana, como los maestros y los trabajadores de la sanidad pública; el movimiento estudiantil desapareció casi al mismo tiempo que la FSTMB y sus nuevas incursiones han sido totalmente esporádicas (la última, apoyando la VIII marcha por el TIPNIS).
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
El eclipsamiento de la COB no se debe principalmente a la traición o mediocridad de uno o varios dirigentes, se origina, antes que nada, en que el capitalismo boliviano ha evolucionado manteniendo o incrementando el número de obreros (de la construcción, o los recolectores de diversas cosechas, por ejemplo), pero disolviendo la clase obrera en el sentido de sujeto colectivo. Allí nace la paradoja de una organización que se niega a reconocer los hechos y se aferra a un ritualismo cada vez más vacuo; es así como ha ido perdiendo contacto y relación con los sujetos sociales más activos y capacidad de influir en la realidad, al margen de las rutinarias demandas salariales de inicios de cada año.
La Prensa – La Paz