El MAS, primer enemigo de la Constitución

Daniel A. Pasquier Rivero

daniel-pasquier Paradojas en la historia. El MAS cubrió La Calancha con sangre para hacer aprobar la Nueva Constitución Política del Estado (CPE), resistida, como era previsible políticamente en democracia, por una oposición que trató de aglutinar en un frente a los disconformes, conformada por algunos opuestos a la totalidad del proyecto oficialista, otros, la gran mayoría de opositores, a partes del proyecto encarnado en la nueva CPE. Lo extraordinario y llamativo es que al cabo de seis años, 2006-2011, al MAS se le reclama el cumplimiento de su propia Constitución desde las filas de esa originaria oposición de partidos tradicionales, neoliberales, el centro, la derecha (la antipatria, en término tan a gusto de la izquierda nacional), pero además desde grupos significativos de la sociedad política de izquierda, renovadores, revolucionarios, antiguos apóstoles de la CPE aprobada por el gobierno, junto a los troskistas, eternos disconformes.

¿Qué ha pasado con el MAS? En la perspectiva de los pueblos un sexenio es nada, porque sus ciclos comprometen habitualmente cientos y miles de años. Se ha roto ante la ciudadanía, tan pronto, la identificación del MAS con el proyecto transformador de la República en el Estado Plurinacional contenido en la CPE. Es que el MAS ha renegado del proyecto, en los hechos. Hay una rebelión manifiesta a seguir comprometidos estrictamente con lo configurado en el texto constitucional. Es el descubrimiento ante la militancia por convicción, se les cayó el velo de los ojos, de que el MAS como partido solo utilizó las banderas expresadas en la CPE con fines electoralistas y que, posiblemente, nunca tuvo la intención de llevar a cabo una tarea como la propuesta. En realidad, el discurso habría alcanzado su objetivo, que no era otro, la tradicional toma del poder, en este caso, ostentosamente, a cualquier precio. El MAS habría escondido tras de sí a un partido de ribetes tradicionales, llena de las mismas ambiciones, vicios y virtudes de los anteriores. El grupo aguantó, y aguantará, hasta donde pueda, tratando de ocultar el verdadero rostro. Para la denuncia de la mascarada se requirieron escasos seis años.



Es que en la raíz del nuevo Estado estaba el reconocimiento de la pluralidad étnico cultural del país, como fue proclamada en el Preámbulo de la CPE del Estado Plurinacional. Sin embargo, se promovió desde el gobierno la confrontación, del indígena contra el mestizo, del poblador rural contra el citadino, del militante masista contra todo disidente de derecha, centro o izquierda, del pobre contra el rico, de la economía ilegal contra la legal, de lo estatal contra lo privado; al desconocimiento de lo plural en lo ideológico, económico, político y cultural. Lo que el MAS ha tratado de construir no es lo que manda la Constitución.

La herida más profunda es la del TIPNIS. El proyecto plurinacional a costa de 34 pueblos indígenas del oriente. Todo el poder de coerción y de corrupción para doblar la voluntad expresa en el CPE de los pueblos a vivir según sus tradiciones y sus costumbres. La magnitud de la ofensa no se mide con cifras de muertos y heridos, es la dignidad ultrajada de los pueblos, que no tiene precio. Los bonos, los viáticos, las promesas de tierras parceladas y tituladas individualmente, los apoyos circunstanciales a causas inmediatistas, solamente conseguirán retrasar las conquistas para unos y la derrota para el oficialismo.

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La palabra del presidente Evo Morales, devaluada. Sin ningún escrúpulo se mostró al día siguiente de firmar la Ley Corta de protección al TIPNIS como abanderado de la contraofensiva desde el Chapare. ¿No es delito “oponerse al cumplimiento de leyes”? El Art. 123 del Código Penal lo define. Gracias a la prensa internacional había quedado registrado ante el mundo al defensor de los indígenas diciendo y firmando algo que no sostiene por un día y ahora se mueve hacia terreno pantanoso poniendo en riesgo de enfrentamiento a los indígenas originarios del TIPNIS con los colonizadores, cocaleros, del Chapare, los mismos que cultivan coca para nutrir las fauces del narcotráfico. A unos los calumnió, los persiguió, llegó hasta el límite del genocidio en Yucumo atropellando derechos humanos. Con los otros festeja su arribo a La Paz, alegremente, como para sanar los costos del circo organizado con las fuerzas del orden.

¿Presidente del Estado Plurinacional? No había sido solo contra los mestizos, el 70% de los bolivianos, sino que se estrella también contra los derechos de los pueblos originarios. Si desde “la profundidad de la historia” podrían hacer sus reclamos los primeros, con mucha mayor razón estos últimos. La sublevación indígena no ha servido de nada. En todo caso sirvió para entronar otro poder colonial, que se sigue creyendo dueño de vidas y haciendas. De nuevo Choquehuanca, el único rostro originario en el gobierno, y cuyos intereses se expresan en admoniciones al gobierno con valor similar a las del Cardenal Terrazas: quedan a título de inventario.

La corta memoria del nuevo Estado. Se intentó construir sobre los 500 o miles de años de pueblos y culturas, en papeles. A la hora de la verdad, la misma historia de atropello, caudillaje, sin ley y, esta es la novedad, hasta se pretende sin Dios. Olvidando que todos los artilugios para irritar los derechos y la libertad de los bolivianos ya han sido usados, repetidamente; siempre apareció un Melgarejo, o Padres de la Patria obsecuentes hasta para firmar un Tratado en 1904, matones como Gayán, etc. Todo eso, ha pasado, y pasará otra vez. Quedará la tarea de construir el Estado Plurinacional de Derecho, todos iguales frente a la ley, independiente del color de su piel, de su origen, de su lengua o de su cultura. ¿Y el MAS? Habrá sido uno más. Quizás se lo recordará como, el gran enemigo de la Constitución que abrió tantas expectativas y que costó tanta sangre al pueblo boliviano.