Dicen que la historia tiende a repetirse, la primera vez como tragedia y la segunda como comedia. En el caso que hoy nos ocupa, tras la gira de Sean Penn por América Latina, se trata sin duda de una comedia de estilo grotesco, que remeda la vieja política de captación de intelectuales de occidente que practicaba la extinta Unión Soviética.
Mediante premios y prebendas, la ex URSS “motivaba” a aquellos “compañeros de ruta” para que le ayudaran a crear una imagen benévola de su régimen totalitario en los países democráticos.
Ahora, el bloque chavista reedita la estratagema, prefiriendo a figuras de menor calibre intelectual pero de mayor proyección mediática.
Concretamente, se apuesta por personajes populares como el futbolista Diego Armando Maradona o varios actores y directores de Hollywood.
Son las estrellas del ALBA.
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En varios casos, el estímulo económico es bastante visible, como sucediera con la modelo Naomi Campbell, quien gritó “¡Viva la Revolución!” en Caracas, tras recibir una jugosa donación de Hugo Chávez destinada a “obras humanitarias”.
Por estos días, Sean Penn ha sido el nuevo “compañero de ruta” encargado de oxigenar la alicaída imagen internacional de los regímenes autoritario-populistas del bloque, visitando al caudillo “bolivariano” y a su discípulo cocalero, Evo Morales.
En la capital venezolana, mientras Chávez despachaba una andanada de insultos de baja ralea contra el candidato único de la oposición, llamando “cochino” y “majunche” (poca cosa) a Henrique Capriles, Penn se prestó a la farsa proponiendo que el mandatario cante en un concierto “a beneficio de Haití”.
“Sean Penn ya es del ALBA”, dijo Chávez, resaltando lo evidente…