Ratones blancos


Karen Arauz

karen-arauz Previamente, a fin de no ser imputada de racista manifiesto que he elegido roedores blancos porque son los mamíferos criados sobre todo para experimentación, aunque alguien puede contar con algunos en calidad de mascotas. Exactamente igual que nosotros estantes y habitantes de este hermoso territorio.

Me interesé en este roedor a raíz de cierto sentimiento de identificación mientras observaba los telenoticiosos en la primera jornada escolar del séptimo año del gobierno del MAS, que incluía la nueva malla curricular y las reformas contenidas en la ley Avelino Siñani – Elizardo Pérez y sobre todo, debido a las explicaciones improvisadas de los jerarcas de la educación boliviana a medida que avanzaba el día.



A partir de este pensamiento, se fue desarrollando en mi imaginación, una sociedad compuesta de sólo ratones blancos donde hay un grupo de científicos (el gobierno), la gran masa de ratones objeto de manipulación experimental (nosotros) y unos cuantos sumisos, obedientes y funcionales de la misma especie, pero encargados de lo que serían los “trabajos sucios” (ciertos dirigentes de movimientos sociales, ciertos fiscales, unos cuantos policías etc.).

La imagen surge debido a que los maestros recibieron a los niños absolutamente desconcertados. La famosa nueva malla curricular llegaría a las escuelas simultáneamente a la llegada de los estudiantes. Resultado del experimento: las cosas siguen igual en la educación pero peor. Y en la mayoría de las escuelas, no llegó aún ni la publicidad del Ministerio de Educación. Ya nadie entiende nada. Los maestros no saben de qué se trata, menos los padres y ni hablar de los estudiantes. Y la crisis se acerca, volverán las marchas de los maestros, los niños de nuevo en casa o en las calles y acá no pasa nada. Nada es objeto de análisis y estudios previos al impacto o resultado de un experimento. Total, son sólo ratones y hay muchos más con quienes experimentar en otras áreas.

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Por ejemplo muchos ratones marcharon apoyados en los supuestos derechos que les dijeron tener y lograron que se hiciera una ley a su favor. Pero otros ratones -comandados por las mascotas más malosas- se organizaron para lograr el contrario y nuevamente los experimentadores cambian de rumbo.

Los que aplican los experimentos, hay que reconocer, son unos lanzados. Desconocen sus propias reglas. Ciro Peraloca fue un maestro pues su alquimia hacía explotar su laboratorio día por medio, pero al final de eso se trata. Es lo que se llama el conocimiento empírico. Después de reventar a muchos, algo resultará. En el país de los ratones, se hace un camino que va del principio al medio y del final al medio, dejando la parte central en el limbo. Eso es casi un juego de azar. O como un rompecabezas cuyas piezas centrales son dejadas a la improvisación e imaginación. Si sale mal, se desecha y se empieza de nuevo. Al final, hay tanta plata para experimentos!

Cómo aman el conflicto. En psicología con seguridad existe un término preciso para esto. Siempre experimentando al borde del abismo. Se decreta un nuevo horario para los profesionales médicos, sin siquiera observarlos un poco antes. Y los ratones una vez más, protestan del único modo que se puede: haciendo sufrir a los más necesitados sin que a los experimentadores se les mueva un pelo.

A los que se animan a protestar en la gran jaula, se les aplica un tratamiento especial luego de ponerles un sello fosforescente, para que ninguno de sus movimientos pase desapercibido. Ese grupo considerado rebelde es colocado en una primera línea, para utilizarlo en alguna genial iniciativa, que hasta donde se ve, tiene mucho que ver con la judicialización. Vale decir, acusarlos de mil tropelías, llevarlos al límite de la impotencia y esperar a ver qué pasa y todo aderezado con socarrones comentarios sosistas (derivado de Sosa).

Y así transcurre la vida en la aldea ratonil. Ideas implementadas que surgen de sueños, de viejas novelas medio comunistas o de antiguas costumbres del planeta de los simios. Otras, mezcla de matrix y robocop, viaje a las estrellas y un par de iniciativas producto de divagaciones neosocialistas del siglo XXI.

Probablemente en algún momento, alguien imitando a Orwell promueva una especie de rebelión en la granja, guardando las distancias pero manteniendo ciertas similitudes.