A cambio de comida…


Marcelo Ostria Trigo

MarceloOstriaTrigo_thumb1 La República Popular Democrática de Corea (Norte), fundada sobre la base del territorio ocupado por las tropas soviéticas al término de la Segunda Guerra Mundial, está, desde entonces, regida por una férrea dictadura comunista. Todos los esfuerzos para la reunificación pacífica de las dos Coreas –la del Norte y la del Sur– no han prosperado. Desde 1950, cuando el régimen, alentado por la extinta Unión Soviética, inició una guerra, las tensiones entre Pyongyang y Seúl han sido permanentes, al punto que aún no se ha acordado entre ambas partes un tratado de paz, subsistiendo solo una tregua, con un corredor desmilitarizado en la frontera común a lo largo del paralelo 38.

Corea del Norte, desde 1948, fue gobernada por el líder comunista Kim Il Sung hasta su muerte en 1994. Le sucedió su hijo Kim Jong-il y, a su fallecimiento en diciembre de 2011, la dirección del Gobierno fue encomendada a su hijo Kim Jong-un, lo que ya constituye una dinastía.



Mientras Corea del Sur es una poderosa economía industrializada y se ha convertido en uno de los prósperos países asiáticos, su vecino comunista del Norte languidece, pero nunca cesó en sus esfuerzos por desarrollar su industria bélica. Esto alarma a varios países. El chileno Juan Salazar Sparks decía que “las amenazas norcoreanas por ahora tal vez (son) las más serias, por su carácter hostil, inestable e imprevisible. A pesar de su evidente subdesarrollo económico y social, Corea del Norte se las ha arreglado para hacer grandes progresos en la tecnología de misiles…” (Chile y la comunidad del Pacífico. Editorial Universitaria. Santiago, 1999).

No obstante, la mayor peligrosidad radica en el programa norcoreano de desarrollo de armas nucleares. Según un despacho de EFE del 29 de junio de 2010, “Corea del Norte aseguró que reforzará su poder disuasorio nuclear con un nuevo desarrollo, tras recordar que EEUU estudió el uso de armas nucleares contra Corea del Norte en el pasado”.

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Pese a que el régimen de Kim Jong-il se comprometió en 2005 a cesar su programa nuclear a cambio de ayuda económica y otros incentivos diplomáticos, el país comunista llevó a cabo dos pruebas nucleares subterráneas en 2006 y 2009. Se estima que Corea del Norte podría fabricar entre seis y ocho bombas atómicas.

Pero la economía manda. Y esto debería saberlo el Gobierno comunista de Pyongyang. En los años 90, Corea del Norte enfrentó una grave crisis. La asistencia económica recibida de la URSS, muy importante para su economía, fue suspendida en 1991, mientras la rigidez de sus sistemas político y económico dejó al país mal preparado para un mundo en constante cambio.

En 1995 y 1996, Corea del Norte sufrió una crisis sin precedentes. La carencia de alimentos –según admitió el propio Gobierno– ocasionó la muerte por inanición de cerca de 250.000 personas, aunque, según otras fuentes, se afirma que podrían haber llegado a los dos millones. La situación sigue siendo crítica.

Cuando el hambre aprieta… se da lo poco probable: el régimen comunista norcoreano acaba de anunciar que ha aceptado suspender temporalmente sus actividades de enriquecimiento de uranio, las pruebas nucleares y los lanzamientos de misiles de largo alcance, permitiendo que el Organismo Internacional de la Energía Atómica controle la moratoria sobre el enriquecimiento de uranio, todo a cambio de 240.000 toneladas de alimentos donados por EEUU.

Y se da la paradoja: la comida que el régimen de Pyongyang no pudo dar a su pueblo libra al mundo de una amenaza.

El Deber – Santa Cruz


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