La misa como un refugio de los problemas cotidianos. Esto es lo que significa la ceremonia religiosa para Alejandro Lesa, un cubano de 24 años que estudia para ser fisioterapeuta. A diferencia de muchos de sus amigos, los viernes por la tarde él prefiere el banco de la iglesia a la barra de algún bar.»En la iglesia encuentro paz, encuentro la purificación. Dejar la carga con la que vienes del estudio, del trabajo, del regaño de los profesores y encuentras paz, relajación», asegura Alejandro.Alejandro forma parte de la nueva generación de católicos de la isla y tal vez le cueste entender las dificultades por las que tuvieron que pasar los feligreses en un pasado no tan lejano.Según José Félix Pérez Riera, secretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal de Cuba, hoy en día, después de más de medio siglo de contacto entre la Iglesia y el Gobierno, el diálogo se ha hecho más fluido.Finalmente se ha logrado superar el abismo que separaba a estas dos instituciones desde el año 1961, cuando fueron expulsados del país más de 130 clérigos. En la actualidad los eclesiásticos pueden tener decenas de programas educativos y benéficos que antes estaban prohibidos, reparar templos e importar artículos religiosos. El entendimiento ha llegado a tal punto que la entidad católica a menudo hace el papel de mediadora entre los llamados disidentes y las autoridades cubanas.
Fuente: ActualidadRT
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