Flavio Machicado Saravia
El acullico (masticado de la hoja de coca) en los últimos días ha pasado a ser una problemática nacional, al extremo que el Presidente ha viajado a Viena a una reunión de las Naciones Unidas para presentar al mundo una información que todos sabemos, con mayor razón esta entidad internacional, aunque no pudo decir lo que quisiéramos saber, como es la cantidad de personas que acullican, tanto en Bolivia como en los países vecinos.
Hasta el momento, luego de seis años de Gobierno, no se ha podido cuantificar este mercado, porque simplemente no se ha querido hacerlo, ni la comunidad internacional ha exigido, con la debida fuerza que se realice el tan mentado estudio, seguramente porque el acullico no es un problema de drogadicción masiva y las posibilidades de contagio son casi inexistentes o se reducen a reductos poblacionales que sólo llegan al vecindario.
El acullico está penando porque la hoja de coca contiene alcaloides que son la base para elaborar la cocaína. Por este motivo la Convención sobre Drogas de 1961, clasifica a la hoja de coca como estupefaciente y lo somete a control internacional. Sin embargo, esto no constituyó un óbice para que los que quieran acullicar lo hagan, además en un contexto de libre mercado. Nunca fue una problemática internacional de cuidado ni melló nuestra soberanía, en la medida en que no existan excedentes que van directamente a la fabricación de cocaína, que ya representa un asunto muy delicado, para nosotros y para la humanidad entera. Es más, el propio director Ejecutivo de la Onudc, Yuri Fedotov, estimó en rueda de prensa que "resulta difícil sacar conclusiones en lo que respecta al mascado de coca, ya que en la Onudc no disponemos de pruebas médicas claras sobre sus efectos".
En consecuencia, el problema no está en el acullico, sino en las posibles derivaciones que pudiera tener un relativo ablandamiento sobre este tema, que es posible sea ésta la estrategia del Gobierno. En efecto, para el Director Ejecutivo de la Onudoc, "iniciativas de este tipo (como las del Presidente Morales) pueden menoscabar a largo plazo las leyes internacionales en materia de control de drogas y causar algo así como un efecto dominó". Por lo que fue muy categórico en afirmar que "Hay una sola convención (…) Para cambiarla, se requiere que todas las partes lo aprueben".
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De esta manera, pareciera que resulta ocioso gastar tanta energía en un tema como el acullico, donde las argumentaciones abundan a favor y en contra, cuando en realidad estaría en juego un tema mayor, como es la legalización de la cocaína, como claramente ha sido insinuado por el Director Ejecutivo de la ONU, para lo cual la gran muralla de contención estará seguramente en el plano del derecho internacional y de los principios que la sustentan. El Gobierno estaría equivocado si cree que a nivel internacional, los abogados podrían arreglar cualquier desliz, por más bien intencionado que sea. Por ello, no se puede abusar de la “Majestad del Estado” por el que está investido un Presidente, ni tampoco puede comprometer el destino de largo plazo de toda una sociedad, por más que haya recibido una alta votación o apoyo popular, ya que éste puede variar con el tiempo y las acciones que se lleven a la práctica.
Al menos no le convendría al Presidente utilizar los servicios de este miembro del Tribunal Constitucional, que fue “elegido” con un mayor número de votos, que declaró que hace uso de la lectura de la coca (su lectura) para juzgar o administrar la justicia, aduciendo argumentos que no tienen ningún sentido. Esto simplemente no representa ninguna garantía jurídica para nadie, donde el “vigilante” de la constitucionalidad, administra la justicia al azar, utilizando nada menos que la hoja de la coca. No podemos seguir jugando de esta manera una reforma que ni ha cumplido un año, lo que también es un simbolismo intrascendente, cuando los magistrados elegidos muestran tanta debilidad para cumplir con la tarea que tienen entre manos. ¿No hay duda, que éstos no serían los jueces que ayudarían al Presidente en el ámbito internacional?
Además, en una temática de la gravedad que representa el narcotráfico u otras esferas, como el tráfico de armas, personas y órganos, donde el ser humano ha demostrado que es capaz de retroceder al salvajismo, tirando por la borda la evolución y las conquistas que tanto sacrificio han costado a quienes buscan la manera en el que la humanidad logre vivir mejor. El negocio del narcotráfico tiene una dimensión que no admite frivolidades de ninguna especie. Mueve miles de millones de dólares, en una cantidad mayor a toda la actividad turística del mundo. Involucra un mercado de más de 50 millones de personas, que son los consumidores habituales de heroína, cocaína y drogas sintéticas. Es una actividad que desafía al corazón de cualquier sistema, pone en tela de juicio los valores de la sociedad moderna y es capaz de conducir a muchas personas a la autodestrucción.
Tenemos que reflexionar como sociedad, que el acullico no está en este tenebroso juego, sino como un consumo ancestral, mayormente esporádico (cuando se conduce de noche) y que tiende a desaparecer.
Opinión – Cochabamba