El talento y la vocación

Salvador Romero PittariHace unas semanas el país hizo un entierro de cobertura nacional a Domitila Chungara, una de las cuatro mujeres mineras y sus hijos que iniciaron una huelga de hambre para lograr del gobierno del general Banzer un decreto de amnistía general antes de las elecciones. La protesta se extendió rápido y pocas semanas más tarde el número de huelguistas sobrepasó el millar de personas. El régimen cedió.Un acontecimiento distinto, pero vinculado a la personalidad fallecida, tendrá lugar en la Universidad Diderot de París, donde un grupo de científicos sociales, bolivianistas por elección, rinde un homenaje a Jean Pierre Lavaud, profesor de la Universidad de Lille I, autor del libro La Dictadura Impedida, donde desarrolla una explicación de los acontecimientos de diciembre de 1977, buscando aclarar el papel de los actores, entre ellos Domitila Chungara, y las características de la batalla de opinión que permitieron el retorno de la democracia en Bolivia y América.Con Lavaud comenzamos nuestras carreras académicas en los mismos años que poco a poco decantaron en una sólida amistad, forjada alrededor de complicidades en las miradas hacia la esquiva realidad nacional. En él, el talento y la vocación de investigador cristalizaron en estudios dedicados en su mayor parte a Bolivia.Regresé al país a mediados de los 60 y me inicié en DESEC, junto a M. I. Pérez, en la investigación de campo con Cambio y tradicionalismo. Trabajo que por primera vez aplicó de manera integral la técnica de la encuesta en el área rural. En ese tiempo Lavaud realizaba un trabajo sobre el compadrazgo, su alcance, mecanismos de operación y su peso en la sociedad y la política del país. Traíamos equipajes teóricos y metodológicos novedosos. Era el tiempo de las grandes síntesis sociológicas y antropológicas; del estructuralismo de Levi-Strauss; de la acción social de Merton, de Parsons; del accionalismo de Touraine; de la arqueología del saber de Foucault, del Marx de Althusser. Luego vino Mayo del 68, los nuevos actores sociales, la sociedad posindustrial, el mundo de las redes y las grandes construcciones teóricas se volvieron escazas.El interés de Lavaud, como el mío, en las luchas y movimientos sociales nunca estuvo reñido con la búsqueda de sentido de ellas y de la motivación de los actores inspirada en Weber. Nos interesamos críticamente en la epistemología de R. Boudon, quien con F. Bourricaud produjo uno de los mejores diccionarios de sociología, escrito desde la perspectiva del hecho social visto como un fenómeno de agregación que resulta de acciones individuales, dicho en términos simples.Bourricaud, gran conocedor del Perú, puso el prólogo a la tesis doctoral de Lavaud, La inestabilidad política de América Latina, el caso de Bolivia (1991), ganadora del premio al mejor texto de ciencias sociales de ese año, contribución mayor a la comprensión de la política nacional. El introductor siguiendo el análisis de la tesis se preguntó: “Si la disciplina del mercado (de la época) tanto más constrictiva que éste es más abierto se manifestara odiosa no sólo para los pobres sino también para quienes toman las decisiones”. La historia reciente ha dado respuesta a la inquietante cuestión. Fuera de los textos citados, Lavaud ha dirigido el libro colectivo La categorización étnica en Bolivia (2007). La otra étnica y El Vals de las categorías son allí de su autoría. Ha escrito numerosos artículos y ensayos publicados en las principales revistas especializadas de Europa y América. Igualmente dirigió varias tesis, muchas de ellas orientadas a temas nacionales. Fue director de El Instituto Francés de Estudios Andinos en Lima.Se debió al investigador la aparición de la revista Lazos, calificada de sorprendente por el esfuerzo personal que supuso, que daba cuenta de las investigaciones, tesis, ensayos realizados en la región. Bolivia tuvo en ella un lugar central.Sea ésta una oportunidad para asociar a los científicos sociales del país, así sea brevemente, a un justo reconocimiento a un profesor, en circunstancias en que una de las figuras, cuya actuación señaló en La dictadura impedida, desapareció. La obra aún no tiene entre nosotros el peso ni la difusión que merece. Su revisión enriquecería los análisis actuales y por venir.La Razón – La Paz

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