Milimasistas y petrococaleros

MILIMASISTAS Las drásticas mutaciones en las bases sociales del MAS en su segundo periodo de gobierno parecen haber producido dos nuevas subespecies socio-políticas, surgidas de la fusión entre estratos e intereses coyunturalmente convergentes.

Tenemos, por una parte, a los milimasistas, jefes militares que participan en los congresos del partido de gobierno, dando cuenta del creciente alineamiento y adoctrinamiento que se está imponiendo a las Fuerzas Armadas, en franca violación a lo establecido en la Constitución Política del Estado (art. 245): “La organización de las FFAA descansa en su jerarquía y disciplina. Es esencialmente obediente, no delibera y está sujeta a las leyes y a los reglamentos militares. Como organismo institucional no realiza acción política”.

La presencia castrense en el mitin oficialista se convierte, además, en amenaza velada, desde el momento en que el presidente Morales utilizó el evento como plataforma para lanzar su mensaje de perpetuación en el poder “para siempre”.



El milimasista es un espécimen nacido a raíz de la creciente dependencia del gobierno cocalero de la fuerza, dada su pérdida de popularidad y al alejamiento de buena parte de su base social original (indígenas de Oriente y Occidente, obreros, etc.). Sus características principales son el hiper-prebendalismo (se sabe indispensable para la preservación en el poder del “perpetuable”) y tiene cierto parentesco con una subespecie parecida surgida en la Venezuela chavista.

Su surgimiento es un claro síntoma de la transformación del evismo en un régimen cocalero/pretoriano.

El otro neo-estrato es el petrococalero, conformado por cultivadores de coca-para-cocaína que comparten con importantes trasnacionales del petróleo la ambición de controlar el Territorio Indígena del Parque Nacional “Isiboro Sécure”, más conocido como TIPNIS.

Esta alianza tácita realiza una doble penetración en el área protegida: la “colonización” cocalera, que funge de fuerza de desmonte e intimidación de los indígenas del lugar; y la exploración ya en marcha de las petroleras, como lo revela la Evaluación Ambiental Estratégica que realizó el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP) con apoyo del gobierno holandés.

Esta exploración se realiza bajo el amparo de contratos firmados el 2006 y una ley (3672) aprobada en el 2007, donde se estipula que PDVSA, Petrobras y Total tienen la concesión hidrocarburífera en un 27,5% del área del TIPNIS.

Las extrañas simbiosis entre estratos e intereses son propias de un régimen híbrido, que conjuga formas residuales democráticas y emergente autoritarismo, socialismo comunitario y capitalismo andino, economía de la coca y militarismo, intervencionismo estatal y negocios con los “empresarios amigos” del poder…

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