El carácter mediterráneo de la otra ribera tiñe los ojos y la piel del nuevo rostro de Visionnaire de Lancôme.
Descubre a una de las primeras modelos árabes del mundo. Tradición y modernidad. Sueños y realidad. Alas y raíces.
Hanaa Ben Abdesslem, el nuevo rostro de Visionnaire de Lancôme, solo tiene 22 años pero ha sido capaz de hallar un punto de encuentro entre tanta contradicción.
Nació en Nabeul, una ciudad del centro de Túnez, en una familia conservadora, dedicada por generaciones a la ingeniería y la arquitectura. Empezó sus estudios de ingeniería tal y como dictaba la tradición de su apellido, pero las revistas que devoraba alimentaban sus deseos.
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Hoy vive entre París y Nueva York, pero la casa de sus sueños la está construyendo en su país y tendrá olor a especias y a jazmín. Hace apenas dos años que salió de allí rumbo al éxito y se cortó su larga melena como símbolo de renacimiento.
Ahora ha alcanzado la notoriedad suficiente para poder compartir parte de su suerte con sus compatriotas, colaborando con Naciones Unidas para sostener la transición democrática en Túnez. Pero empecemos por el principio…
Mujer hoy. ¿Siempre quiso ser modelo?
Hanaa Ben Abdesslem. De pequeña quería ser bailarina: los tutús, los corsés, las zapatillas de satén… ¡me hacían soñar! La moda me gusta desde niña. Siempre aprecié los vestidos, las fotos de las revistas, aun cuando, en Túnez, ese universo no existe como en París o en Nueva York. Eso me impedía desear ser una de esas mujeres y, sobre todo, ser una árabe entre esas mujeres, pero lo veía imposible y ya había comenzado a estudiar ingeniería.
Un cambio de vida radical…
He tenido mucha suerte. Pero llegar a ser ingeniera tampoco era algo fácil. Con frecuencia me decían que con mi rostro, debería haber seguido una carrera artística en lugar de trabajar con cemento y hormigón. Es evidente que el destino sabe lo que hace.
Fuente: www.abc.es