Humala, Perú y Bolivia


Marcelo Ostria Trigo

MarceloOstriaTrigo_thumb1 Se dice, con razón, que los países de América Latina son hermanos, pero que Bolivia y el Perú son mellizos. En efecto, nuestros parecidos son notables, pero, como suele suceder, muchas veces vamos por caminos distintos, pese a lo mucho que nos une. En efecto, los tiempos de los parecidos suelen tener interregnos políticos cuando cada país elige modelos diferentes.

Hasta hace poco hubo señales de que el señor Ollanta Humala representaba en el Perú al populismo que siguen los gobiernos de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), integrada por Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua, además de los pequeños estados caribeños de Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente y las Granadinas. La elección de Humala fue vista, entonces, como una conquista de un aliado de la ALBA, fortaleciendo el frente contra EEUU, el enemigo número uno de los populistas.



El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en ocasión de la visita de Humala a ese país, afirmaba que su Gobierno iba a desarrollar una “ecuación estratégica” con el Perú dado que había llegado al poder su “amigo de muchos años”. Fue evidente también que hubo satisfacción en el Gobierno de Bolivia por la elección de Humala. Se confiaba que el nuevo Gobierno seguiría la línea del populismo, lo que hubiera sido un viraje opuesto a la política del ex presidente Alan García.

Fue entonces que nuevamente se puso en duda que Humala representase la alternativa democrática en Perú, como insistió Mario Vargas Llosa, un implacable crítico de las “democracias payasas”. Sin embargo y pese a la mencionada ecuación estratégica de Chávez, el presidente Humala ha elegido el camino de la moderación, opuesto a las estridencias populistas. Se mostró así que Vargas Llosa estuvo en lo cierto, pues el presidente del Perú no se ha apartado de la democracia ni se ha contagiado con la fiebre nacionalizadora del neopopulismo latinoamericano. Es más, en el Perú siguen vigentes las instituciones republicanas.

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Se reitera: hay diferencias de estilo y de fines políticos entre los dos gobiernos, diferencias tan notorias como las que existían con el Gobierno del presidente Alan García. Es que Humala no ha seguido la política de enfrentamiento con EEUU, ni se pelea con medio mundo. Por el contrario, hay señales de que está promoviendo la cooperación mutua con todos los países. Como ejemplo, Lima y Washington acaban de suscribir, en el Pentágono, un memorándum de entendimiento que se considera, según lo manifestado por el ministro de Defensa peruano, Alberto Otalora, “el punto de partida para el relanzamiento de las relaciones de amistad y cooperación y de alianza estratégica en materia de defensa”.

Es impensable que los gobiernos miembros de la ALBA vayan a adoptar una similar política de cooperación con EEUU, al que Chávez llama “el imperio”, y al que en Bolivia se acusa de ser el autor de todos los males habidos y por haber. El enfrentamiento permanente es esencial en el populismo.

Los presidentes Morales y Humala se reunieron en diciembre de 2011. La declaración conjunta emitida al final del encuentro no se refiere –como es habitual entre los países de la ALBA– a la lucha contra el imperialismo, el capitalismo y el neoliberalismo. Esta se centra, en cambio, en asuntos bilaterales y, en algunos acápites, en la protección del medioambiente y en el desarrollo social.

Nuevamente, Bolivia y Perú, el siendo tan parecidos, se diferencian en los caminos políticos que siguen. Y Humala eligió el camino de la democracia.

El Deber – Santa Cruz